Si la energía fluye, la vida pulsa, se retroalimenta.
DOMINGA DE LEÓN
Terapeuta | Argentina | Socia Nº493
Colegio de Graduados en Grafología de la Argentina
En la piedra más rústica e insignificante podemos encontrar dentro agua y hermosos cristales.
Los fenómenos psíquicos se dan en el campo de la energía. Tanto la psiquis (alma) como la energía se manifiestan continuamente, si bien ni las vemos ni las tocamos.
En todo circula una energía vital que es fuente de vida, fuerza de vida, soplo de vida, latido de vida. Según esto se da un ritmo en nosotros y en el cosmos que responde a un orden natural establecido del que formamos parte.
Un campo bioenergético se manifiesta constantemente, esto es una estructura electromagnética y lumínica que mantiene sincronizadas todas las funciones del cuerpo (sincronizadas del griego sin: juntos crono: tiempo).
Esta vibración de vida, se expresa y genera en la naturaleza y en lo humano, es un todo íntimamente relacionado. Nos constituyen los mismo elementos, nos rigen las mismas leyes: el viento, la lluvia, la luz, el calor, el sol, la luna, los planetas, el magnetismo, la gravedad, la electricidad, la cohesión, la actividad química… entre nosotros: los géneros, el temperamento, los sentidos, el intelecto, la introversión, la extroversión, la inspiración, la expiración, los movimientos centrífugos y centrípetos, los ascendentes, los descendentes, la quietud, la acción, las emociones, las fantasías, todas son formas de energías.
En la Antigüedad se vivía en comunión con la naturaleza, hemos perdido ese contacto. Como seres civilizados subestimamos el poder de la naturaleza, pretendamos y pretendemos dominarla, imponer nuestro control según nuestro interés. Esto ha ocasionado verdaderos desastres.
Hoy nada nos identifica más que la ignorancia que tenemos sobre nosotros mismos. Nos hemos convertido en seres disrítmicos, funcionamos como instrumentos desafinados, estamos atados a estructuras que nos privan del proceso natural de evolución.
El desequilibrio en el flujo de la energía vital repercute en todo mecanismo sensorial y motor.
Necesitamos aprender a auto indagarnos, recurrir a estrategias que nos permitan descubrirnos, conocernos, recrearnos, reinventarnos; un esfuerzo sensible que nos conecte con nuestros sentimientos, sensaciones, necesidades.
Hemos perdido el contacto con lo que nos es imprescindible para una buena calidad de vida.
Hoy convivimos con una disminución y aun la pérdida del impulso vital.
El autoconocimiento, una actitud ética, abrirse a las cualidades de amor, determinación, voluntad, un pensamiento positivo pueden ayudar a retomar el camino, elevar la capacidad de ampliar nuestro nivel de conciencia.
Dice Carl Jung: “Quien mira hacia el exterior sueña, quien mira hacia el interior despierta”.
FÓRMULAS DE ENERGÍA
Existe un lenguaje energético. Albert Einstein demostró que el mundo material es energía y que todo es parte del campo energético universal, que vibra a diferentes frecuencias y con distintas intensidades. Fue un místico (considerado ateo), enamorado de la maravillosa armonía interna de la naturaleza, repetía “Dios no juega a los dados” y “Dios es complicado pero no es malo” (Dios en arameo significa luz, esto es conocimiento al alcance de todos, para todos).
Nunca se preocupó por buscar pruebas experimentales de sus Teorías, ante la objeción respondía: “se convencerá cuando la estudie”.
La física cuántica comprobó que el campo energético es indivisible, tocamos acá y repercute allá.
Desde la Física:
E = m.c2
Energía = masa por cuadrado de la velocidad de la luz
Materia y energía son intercambiables, solo existe entre ellas una diferencia de densidad.
Desde la Cosmobiología:
E = autoimagen + lo que desconozco de mí
Sí mismo vincular = conciencia de sí (lo que conozco de mí) + lo que aparece en los vínculos (está en mi campo energético)
PLANOS EN LOS QUE NOS MANIFESTAMOS
La meta sería integrar concientemente el pensar, el sentir, el actuar, todo en la misma dirección.
Los tres aspectos en la misma proporción, nunca uno en desmedro de otro, hoy se sobrevalora el intelecto, lo racional.
IDEAS: producen energía. Según su calidad será su influencia al campo energético.
La forma cómo pensamos influye en la toma de decisiones. Muchas veces marcados por prejuicios, por un sistema de creencias, nuestra vida se orienta de manera rígida. Con un cerebro tenso, el pensamiento va a ser tenso. Con pensamientos mutilantes se originan acciones mutilantes.
Cuanto mayor es la concentración más fuerte es la fuerza electromagnética.
Centrados en lo ideológico, en el sentido de lo que no puede cuestionarse ni debatirse, perdemos la relación con el gozo por la vida, con lo esencial.
Para pensar por sí se necesita visibilizar estereotipos que nos oprimen, desarrollar la imaginación, clarificar la atención, la concentración, la observación (recordar que no es neutra, implica la mirada del observador), la reflexión, estimular los cinco sentidos físicos.
Utilizamos un mínimo de nuestra capacidad de pensar, estamos como adormecidos.
EL MUNDO SENSIBLE: convivimos sensibilidades increíblemente disímiles, algunas aterran, inmutan.
De sensaciones, percepciones, sentimientos depende la vivencia de la experiencia; el hacer da cuenta de cuál es el contacto con la realidad.
Sentir, pasa por los sentidos físicos y por otros más sutiles que están anestesiados por lo subjetivo que, si bien dice lo que somos y hace ser quien se es, está manipulado, condicionado por enunciados, narrativas que nos forman, nos estructuran y nos tornan inmaduros.
Si no nos abrimos a las sensaciones, función más profunda que la percepción, se hace difícil comprender.
Es preciso despertar la sensibilidad, acrecentar la sensorialidad, contactarse con las emociones, internalizar la vivencia del cuerpo para la vida.
Los seres humanos respondemos al estímulo del sonido, del color, más allá de mostrar alegría, tristeza, me gusta, no me gusta. Lo que vemos, oímos, tocamos, aromas, sabores, vibran a determinado ritmo, descubrimos un mundo sensible, una fuerza que nos excede.
El medio orienta poco para el desarrollo de esta zona. Pensamos mal porque sentimos mal.
EL PLANO FÍSICO: refleja nuestro estado emocional y mental. Es el que recibe estímulos, agresiones, se enferma. Las afecciones remiten a la historia personal y pueden pensarse como sellos corporales de esa historia.
Dice Peter Brook: “es el cuerpo el que recuerda, no la mente”; y Gilles Deleuze opina: “no es que el cuerpo piense sino que, obstinado, terco, fuerza a pensar, y fuerza a pensar lo que escapa al pensamiento, la vida”.
El cuerpo automáticamente da una respuesta instintiva, instantánea, que nos liga al vigor de sentirse vivo (esto define el cerebro reptil). Para protegerse de los impulsos de la propia personalidad y de la de los demás, se tensiona el cuerpo, se arman corazas defensivas que imposibilitan la capacidad de entregarse a los sentimientos, a una relajación conciente. Hay tensiones que no llegan al umbral de la conciencia, existe una estrecha relación entre estados musculares y mentales.
¿Cómo es nuestro contacto con lo instintivo, lo visceral?
Esta zona está negada, desquiciada, maltratada, degradada. Es el nivel que nos liga al milagro de la vida, en él están las claves que articulan la existencia, la necesidad de superación, el sentido de responsabilidad, la fuerza para la supervivencia, el hacerse cargo, el deseo de justicia, de verdad, de amor. Estas premisas son determinantes en la condición humana, corremos el riesgo de desaparecer como especie.
Coloquialmente denominamos instinto, olfato, a una potencialidad física: la intuición. Esta es una condición natural que se liga a lo instintivo, a la percepción de la sensorialidad y a la sensibilidad. Es un juicio, significado o idea que ocurre sin que medie proceso de reflexión, proviene de la captación inconsciente.
Estos planos: mental, afectivo y biológico, se interpenetran, interactúan, se contactan, repelen, coexisten.
Hay fragmentación en nosotros y en la sociedad, esto conduce a un tipo de confusión intelectual que interfiere en la claridad de nuestra percepción y comprensión. Fragmentación es igual a energía detenida, atascada, bloqueada, historia personal no elaborada, procesos que no se han cumplido y necesitan ser significados y expresados.
CÓMO FUNCIONAMOS DESDE EL CUERPO
Somos un conjunto de sistemas con una dinámica particular para cada uno, un ritmo, que es perceptible y no medible. Un movimiento continuo nos integra, centrífugo, hacia fuera; centrípeto, hacia adentro. Entre expansión y contracción. Entre introversión y extroversión.
Entre la capacidad de amar y la noción de libertad gira la rueda de la vida, el arte de la vida.
La energía fluye a través de los plexos nerviosos y las glándulas del sistema endocrino, estas producen las hormonas, mensajeros químicos, que transmiten información entre células; afectan nuestra forma física, el crecimiento, repercuten en lo psíquico, en los estados de ánimo, en la virilidad o feminidad, en nuestro desarrollo mental y espiritual. Espiritual es integridad, alboroto y alborozo de la naturaleza, plenitud; sinónimos de integridad: probidad, honradez, rectitud.
Las hormonas constituyen la biolectricidad del cuerpo, nos contactan con la conciencia de unidad, se alteran con el stress, se ligan a los centros de energía, guardianes naturales de nuestra salud física y psíquica.
El sistema nervioso, extremadamente complejo, dirige todos los actos de la vida, los más instintivos como la respiración, los más cotidianos como el andar, los más laberínticos como el razonamiento y la memoria.
Trabaja con tres tipos de percepción: la interocepción, la propiocepción y la exterocepción.
INTEROCEPCIÓN: sensibilidad visceral que proviene de los órganos internos, a través de las vías sensitivas del sistema neurovegetativo cuyo equilibrio depende de las hormonas. Interviene en la respiración, la digestión. Es el sistema autónomo: el simpático que gasta energía, el parasimpático que la repone. Con coraza crónica es que no funciona y la persona no puede relajarse.
PROPIOCEPCIÓN: sensibilidad profunda, proveniente de receptores ubicados en los huesos,
articulaciones, músculos estriados y en el oído interno. Nos liga al sentido de movimiento (sistema nervioso central).
EXTEROCEPCIÓN: sensibilidad superficial, procedente de receptores cutáneos que reciben estímulos del exterior y captan información a distancia; vista, oído, olfato, gusto, tacto. Pertenecen al sistema nervioso periférico.
La interoceptiva y la propioceptiva son percepciones que sin un circuito que las integre son una continua amenaza de fragmentación.
Centros de energía
Desde Oriente y desde la cosmovisión de pueblos originarios nos dicen de centros de energía, cristales internos que necesitan encenderse y forman una red vincular inteligente y sabia. Ponen de manifiesto la inteligencia innata de nuestro cuerpo. Son una condensación magnética. Irradian influjos capaces de establecer la armonía, el equilibrio. Tienen un emplazamiento, vibran con un color, un sonido, una forma, cumplen una función. En cada uno encontramos órganos, huesos, músculos, emociones, sentimientos.
Estos estratos se penetran mutuamente, se correlacionan con nuestros sentidos físicos y otros más sutiles que no reconocemos ni valoramos como fuerzas formativas.
Las funciones de estos centros son simultáneas, sincronizadas. Se da un espíritu de cooperación entre las distintas partes. Estas fuerzas naturales necesitan ser cultivadas y atendidas, estimuladas incitan a un pasaje del cuerpo con un psiquismo pasivo/defensivo a otro receptivo/generador de cambios.
Para acercarnos a esta vibración necesitamos considerar nuestros miedos, controlar el stress, hacer ejercicios de relajación, incentivar los sentidos; ante esto el cuerpo segrega endorfinas, estas provocan placer, euforia; se despierta nuestra imaginación, nuestra sensibilidad anestesiada.
Siete centros de energía se suceden en la columna vertebral, nuestro eje. Se asocian a diferentes estados de conciencia.
PRIMER CENTRO: se ubica en la base de la columna. Es sostén, nos liga a límites y potencialidades: temperamento, voluntad, género, sentido del olfato, conexión con la realidad.
SEGUNDO CENTRO: se ubica cuatro centímetros debajo del ombligo. Nos contacta con el elemento agua, el seno materno, la capacidad de dar y recibir, el valor que nos atribuimos como personas, el sentido delgusto.
TERCER CENTRO: es el plexo solar, cuatro centímetros encima del ombligo. La fuerza del impulso, la decisión, la iniciativa. Se relaciona con la vista.
CUARTO CENTRO: se ubica en la base del esternón. Centro de la vida, el corazón, el ser sensible, nos da la capacidad de apreciar la belleza. Se relaciona con el sentido del tacto.
QUINTO CENTRO: zona de la garganta. Energía de puente, de comunicación. Nos conecta con el significado y la expresión que damos a las cosas. Se relaciona con la glándula tiroides, con el sentido del oído.
SEXTO y SÉPTIMO CENTROS: son centros mucho más sutiles, se ligan a nuestra vida interior, a la posibilidad de integrarnos con el orden cósmico, un principio organizador.
Uno de los primeros intelectuales en hablar de energía fue Wilhem Reich (1897-1957), perseguido por sus ideas desde izquierdas y derechas murió preso en EEUU. Comprobó que al liberar la energía del cuerpo se liberaban en la persona bloqueos emocionales y mentales. Fue el primero en realizar psicoanálisis a las clases populares, consideraba que tenía que cumplir un papel preventivo. Interpretaba que el carácter se cristaliza, se convierte en inconsciente. Fruto de las represiones adquirimos una forma mecánica de accionar y reaccionar. El desarrollo autónomo de los instintos es congelado en un nivel infantil.
Decía: “si toda la humanidad sueña con la felicidad y el amor, ¿por qué este sueño no se realiza?”.
Algo importante a tener en cuenta es que se percibe en función de la expectativa, aquello que esperamos ver ha de influir sobre la forma como percibimos lo que efectivamente hay. Cada quien interpreta, comprende, según su criterio, de acuerdo a su concepción ideológica, religiosa. Esto rigidiza e impone una mirada excluyente.
DESDE LO SOCIAL
Desde la cultura respondemos a códigos instalados en la Edad Media, se castra en lo físico, se reprime lo emotivo, se encapsula la sensibilidad. Se moldea nuestra sensorialidad.
Como seres humanos tenemos un pasado ancestral común, una anatomía igual y en la psiquis un sustrato universal trasciende lo distinto.
Como especie los humanos construimos nuestro propio mundo.
Dice Eduardo Galeano: “nos entrenan para aceptar lo inaceptable. Un mundo organizado contra sí mismo, arruinamos la casa donde vivimos, el planeta Tierra”.
Maniobras represivas, coercitivas, autoritarias, mentiras, socavan, cercenan nuestras defensas naturales.
Mecanismos automatizados, prejuicios, inhibiciones, memorias guardadas como hábitos se revelan al actuar como comportamientos inadecuados e ineficaces.
Catalogamos cosas en buenas y malas, enjuiciamos, separamos, y en realidad todo está unido,
interacciona. Cuanto más fluida y dinámica es la interacción de nuestros componentes internos y los vínculos que establecemos, mayor es la vibración de vida, la creatividad, la posibilidad de crecer.
La vida se expresa en el movimiento, en el fluir de la energía, todo vibra con diferente intensidad, diferentes direcciones y de diferentes maneras; nada está en reposo, todo se mueve y circula. Hay un ritmo natural que se destruye con la mecanización, con la sistematización.
La homogeneización de la masa anula la vida, el vigor de vida. Los medios de comunicación son
determinantes en la homogeneización, en el sin sentido, utilizan la redundancia.
Procesos sociales bloquean, tergiversan, censuran potencialidades, establecen significados e
interpretaciones estáticos que cristalizan modos definidos de percibir las cosas. Construyen realidades sobre la realidad y promueven formas de percibirla rígidas, homogeneizantes y totalitarias.
Valgan como ejemplos: en Argentina en 1976 ante la pregunta por los miles de desaparecidos las
autoridades (desde políticas hasta religiosas o mediáticas) promovían la idea del “algo habrán hecho” y al mismo tiempo afirmaban “somos derechos y humanos”. En la actualidad otro caso puede representarse en la significación social, ética y cultural de la usura: antes era un delito, hoy en día la economía de mercado se sustenta en ella y pocos perciben esto como un delito, a nadie se le ocurriría denunciar a las autoridades de cualquier banco por usura aunque efectivamente sea la usura la dinámica que sostiene su sistema.
Convivimos con el crimen sociopolítico de la exclusión, se dan condiciones de vida aberrantes, imposibles.
La inequidad destruye la salud mental de las personas.
GRAFOLOGÍA
La escritura está impregnada de un simbolismo individual y colectivo y en su base está la imagen y la influencia de representaciones arquetípicas. Los arquetipos son estructuras originales de energía, núcleos dinámicos anclados en el inconsciente colectivo.
Cada letra está constituida por un signo que representa una figura, un símbolo y éste es portador y dador de significado. La Grafología investiga estos fenómenos, tiene una mirada que integra al ser humano, toma la vida como proceso, trata de acercarse a la complejidad que somos, a la totalidad del psiquismo, aun en sus mismas contradicciones considerando la posibilidad y capacidad de la persona de conjugar opuestos.
Cada rasgo gráfico es una función neurofisiológica en la que el movimiento energético está presente Un manuscrito representa una totalidad, nos muestra una compleja red de integración. Quien escribe teje, une sincrónicamente los hilos del pensamiento, el sentimiento y la acción; la urdimbre refleja impulsos, deseos, valores, necesidades y también la angustia, ansiedad, miedos, apegos, exigencias que pueden llegar a paralizar.
Se vive uno a sí mismo en la escritura sin estar consciente de ello.
La Grafología se propone como ayuda en un proceso de cambio mediante ejercicios, movimientos gráficos.
Estos movimientos y su repetición actúan sobre la química del organismo favoreciendo que se activen las defensas naturales.
Con esta ejercitación se busca que la persona se abra al proceso de la vida, activar el potencial dormido.
Se busca incrementar la atención, la capacidad de observación, la concentración, favorecer el desarrollo de la imaginación, un pensamiento con matices, habilidad gráfica, creatividad. Es un conocimiento imprescindible para los docentes en todos los niveles.
Somos sistemas abiertos, la reversibilidad de los procesos psíquicos es posible, se trata de lograr
autenticidad, la congruencia entre lo que se experimenta, lo que se expresa y lo que se comunica.
El paradigma emergente actual -el encuentro entre ciencia y tradiciones del mundo- permite pensar en la aparición de una nueva humanidad con otras perspectivas.
Desde siempre muchos artistas, poetas, cineastas, escritores, estudiosos, visionarios vislumbraron estos temas, denunciaron el maltrato, la manipulación, la opresión, la persecución la represión, la discriminación, cómo se cercenan y mutilan cualidades humanas que portarían mejor calidad de vida, posibilidad de evolución.
Aristóteles 300 A.C. hablaba de la expresión de los rasgos en la escritura; Goethe, profundo observador coleccionaba manuscritos; Poe, Sand, Boudelaire, Dumas, Daudet, Zola, Gogol, Chejov, Lombroso, Mann, Bleuler, Jung, entre otros, hacen referencia en sus obras a las formas de escribir.
Ante una visión desesperada de la vida Francisco José de Goya (1746-1828) denominó a una
esclarecedora obra: “Murió la verdad”. Pintó las actitudes de distintos sectores de la sociedad ante el entierro de una Constitución que admiraba.
Muchas veces se provocaron mutilaciones irrecuperables, se avasalló, se mató, se negó la verdad, la ley.
Necesitamos que fuerzas constructivas superen a las disgregativas, que se defienda, se reverencie, se promueva la vida. Está la capacidad para “poder ser”; con el “deber ser” se anula esa capacidad de “poder ser”. Actuar la vida responsablemente exige el diálogo con nosotros mismos. Llevar la mirada hacia adentro.
Un estudio grafológico puede acercarnos la posibilidad de quebrar corazas que ni siquiera reconocemos en nosotros. Ayudarnos a caminar, mejorar el viaje, a despertar.
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