Ganaderas en Red (GeR) es una plataforma amparada por la Fundación Entretantos que lleva activa desde 2016. Está conformada por unas 200 mujeres que dedican su vida al pastoreo y al cuidado de ganado de manera extensiva en entornos rurales. Aprovechando la celebración del Día Internacional de las Mujeres Rurales, el 15 de octubre, desde Revista Haz hemos querido hablar con alguna de sus principales portavoces.
“El problema es que no tenemos a nadie que dirija de forma específica esta organización, todas somos iguales, nadie es más que nadie”, nos dijeron. Así que, siguiendo esa horizontalidad, y teniendo en cuenta los complicados horarios que requiere el pastoreo, las zonas sin cobertura habituales que aquejan a la zona rural y la disponibilidad de sus protagonistas, desde GeR nos animaron a hablar con Charo García, ganadera en la zona de Sanabria (Zamora) y con Maite Sánchez, que pastorea en las montañas de Goizueta (Navarra).
Concretamos una hora prácticamente metidos en el ‘puente del Pilar’. Ambas nos atienden mientras acompañan a sus animales en sus caminos rutinarios. La primera conoce la profesión desde niña, ya que sus padres también eran ganaderos, y cuenta con un rebaño de 400 ovejas.
La segunda pasó de la ciudad al monte hace 25 años sin ninguna experiencia en el mundo ganadero. Ahora su explotación es una de las pocas que trabaja por la recuperación de la vaca betizu, autóctona de Navarra y País Vasco, y pastorea un grupo de más de 120 madres de esta raza bovina junto con sus hijos, que han seguido sus pasos en la ganadería. “Para nosotras no hay festivos, ni fines de semana, ni vacaciones, todos los días hay que salir”, lamenta.
No es la única pega que tiene su trabajo. “A nivel administrativo y jurídico cada vez lo tenemos más difícil, hemos perdido derechos y cambiar esa dinámica es muy complicado, porque casi todos han venido desde Europa asociados a la Política Agraria Común (PAC). Nos ponen muchas condiciones para poder seguir con nuestro trabajo, como los ecoesquemas, a pesar de que el tipo de ganadería que nosotras llevamos es tremendamente sostenible y ecológica”, comenta García.
Aunque las dos coinciden en que se trata de una labor de la que también disfrutan por todo lo que ello conlleva: fijar población en el medio rural y mantener actividades económicas sostenibles que mejoran el entorno, así como el cuidado del medio ambiente. “Desde los inicios ha sido una experiencia difícil, pero nunca he estado falta de ilusión y de pasión. No me arrepiento, porque he conseguido convertir un estilo de vida sano y ecológico en mi empresa y ahora puedo vivir de ello”, asegura Sánchez.
Grupo de apoyo
La plataforma a la que Charo y Maite están vinculadas cumple las funciones de grupo de autoapoyo con recursos formativos e informativos, con proyectos de lucha colectiva y de reducción de la brecha de género, y con diversas estrategias que tienen como fin poner en valor su trabajo y aportación al medio rural a pesar de las adversidades. “Para mí está siendo una gran experiencia, porque pasé de sentirme muy muy sola dentro del sector y muy poco valorada a estar totalmente acompañada y a ver el valor que aportaba”, explica la ganadera de Navarra.
Y añade: “Nos comunicamos entre nosotras a través de Slack por recomendación de la Fundación Entretantos, porque es mucho más ordenado que un grupo de WhatsApp o cualquier otra red social. Es una herramienta que de inicio nos pareció muy fría, pero que ha resultado ser muy útil para resolver dudas, por ejemplo, de veterinaria, y compartir conocimiento en lo profesional. También está sirviendo para hablar de nuestras experiencias y preocupaciones, para ver que no estamos solas en este camino a pesar de las distancias que nos separan”.
Este ejercicio de sororidad ha sido esencial, incluso, para aportar soluciones a compañeras que han sufrido malos tratos. “Al contarnos los problemas que padecían con sus parejas detectamos entre todas el problema y las animamos a salir de esa vida, a romper con todo y a empezar de nuevo en otro lugar”, asegura García.
Aunque el contacto es constante en el entorno online, una vez al año las que pueden guardan tres días para congregarse de forma presencial. Este año ha sido en La Solana (Ciudad Real), donde el pasado septiembre una treintena de mujeres ganaderas perfilaron nuevas estrategias para crecer y cumplir con los objetivos de la organización.
“Desde los inicios ha sido una experiencia difícil, pero nunca he estado falta de ilusión y de pasión. No me arrepiento, porque he conseguido convertir un estilo de vida sano y ecológico en mi empresa y ahora puedo vivir de ello”, Maite Sánchez.
Entre las iniciativas que se han puesto en marcha gracias a estas reuniones está la publicación de Sabores y Raíces, un libro de cocina que recoge no solo recetas de tradición oral, también recomendaciones en el uso de ingredientes de temporada, de preparación de conservas artesanas, de saberes ancestrales, etc. Y también la creación de un podcast mensual llamado Contando ovejas, todavía en proceso.
Brecha de género
Otro de los grandes objetivos por los que trabaja GeR es reducir la brecha de género, y hacer que la mujer ganadera sea mucho más visible en un entorno que, como en muchos otros, no ha tenido en cuenta la labor de las mujeres. “A pesar de que tenemos a muchos hombres que nos siguen, que nos aplauden y nos apoyan, este sigue siendo un sector machista”, comenta la ganadera navarra.
“Nosotras hemos estado siempre trabajando en las labores del campo, pero la presencia siempre la tienen ellos. Poco a poco vamos abriendo caminos, pero todavía seguimos encontrándonos con situaciones desagradables, como la que ha sufrido una compañera a la que se le denegó una baja por maternidad porque, según el médico, era imposible que una mujer se estuviese encargando de pastorear el ganado”, reconoce García.
“Compartir este espacio nos ha ayudado a darnos cuenta de que la mayoría de las que participamos en GeR estamos en situaciones parecidas. Y de que lo que nosotras aportamos casi nunca se tiene en cuenta, sobre todo en reuniones oficiales, en el Parlamento o similares. Ellos siguen teniendo mucha más presencia”, añade Sánchez.
“Nosotras hemos estado siempre trabajando en las labores del campo, pero la presencia la tienen ellos. Poco a poco vamos abriendo caminos”, Charo García.
Innovación y revolución
GeR busca además dignificar a la ganadera y alejarla de la visión errónea de la “analfabeta resignada”. Entre las que conforman la plataforma encontramos mujeres del entorno rural que han crecido con la cultura ganadera corriendo por sus venas, pero también otras que han huido de la ciudad, profesionales de alta capacitación, universitarias, etc. como ocurre en el caso de Maite Sánchez.
“De hecho, yo entré en GeR en 2017 después de ganar el Premio Excelencia a la Innovación Agraria”, un reconocimiento que se le concedió gracias a su esfuerzo por mantener una raza autóctona en peligro de extinción, logrando además con ella una explotación rentable y con certificación ecológica.
“Tenemos compañeras que han revolucionado el sector, como una que pastorea utilizando la geolocalización con cada animal del rebaño y puede controlar su situación a través de la pantalla del ordenador”, puntualiza la pastora de Sanabria. Una opción que, por un lado, aporta tranquilidad y una menor carga de trabajo pero que, por otro, requiere de una elevada inversión anual que no todas se pueden permitir.
No obstante, fórmulas como esta también se valoran desde GeR, en busca de la innovación para ser más competitivas. Sobre todo, frente a explotaciones intensivas e industriales. “Son opciones que no aportan nada al territorio, al contrario, solo dejan basura. Están tan automatizadas que apenas generan puestos de trabajo y los animales solo comen piensos que se importan de fuera, en vez del pasto de los alrededores, como ocurre con la ganadería extensiva, que ayuda a limpiar los bosques de maleza para evitar incendios, por ejemplo”, comenta García.
En general, todas las que componen la plataforma están apostando por lo ecológico y por la certificación con la intención de diferenciarse de forma positiva frente a fórmulas ganaderas más industriales que son menos sostenibles. “Queremos ser referentes y que se nos escuche, vamos camino de conseguirlo, aunque todavía queda mucho camino”, finaliza Sánchez.
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