Estereotipos de género que fomentan la desigualdad.
Vídeos que inspiran: #LikeAGirl, educar para la igualdad
Fuente: Gestionando hijos por Ana Nieto
Este domingo celebramos el Día Internacional de la Mujer. Creemos que desde nuestras casas podemos contribuir a la igualdad de género y a erradicar el machismo. Por eso compartimos este vídeo, que demuestra que “como una chica” es una expresión que suele usarse para humillar con un uso tan arraigado que hasta chicas jóvenes lo asumen como verdad.
Hay frases que muchos niños siguen escuchando y reproduciendo, como “no llores como una niña”, “las chicas no valen para los deportes”, “este chico corre como una niñita” o incluso (y este es un caso real), que “las chicas no valen para nada porque no son fuertes”. Este tipo de frases son incluso asumidas como ciertas por muchas niñas y chicas. Por ejemplo, Estrella, una niña de tan solo 5 años, amante de los deportes y que tiene energía para iluminar cien ciudades, cree que la frase que escuchó una amiga en el patio del cole, “las chicas no valen para nada”, es verdad, porque, dice, somos menos fuertes y se nos dan peor los deportes, y eso que Estrella es la que más rápido corre y más alto escala de todos los amigos de su pandilla. Los padres de Estrella no tardaron en tener una conversación con ella sobre las cosas admirables que chicas deportistas han logrado.
Casos reales como este muestran que es urgente combatir estos prejuicios para dejar de discriminar a la mitad de las personas. Por eso, por el Día Internacional de la Mujer, queremos contribuir a que la frase “como una chica” no sea un insulto ni una humillación, sino un reconocimiento a millones de chicas, niñas y mujeres que hacen cosas increíbles y que se merecen una sociedad igualitaria.
¿Y vosotros y vosotras, cómo educáis para la igualdad?
5 ejemplos que parecen inofensivos y fomentan la desigualdad
Hoy celebramos el Día Internacional de la Mujer,
celebramos los derechos conseguidos en estos años, pero seguimos necesitando este Día porque hay muchas cosas que quedan por hacer, como luchar contra la precariedad de la mujer en el mundo laboral (según la Encuesta de Población Activa de 2018 nuestra tasa de desempleo sigue siendo mayor que la de los hombres – hay 1.700.000 mujeres en paro) o contra la violencia machista (1560 mujeres han sido asesinadas por violencia machista en los últimos 14 años según el argumentario de la Comisión 8M). Como madres y padres, no podemos cambiar todo esto directamente, pero si queremos contribuir y dejar un mundo mejor a nuestros hijos, el mejor arma que tenemos es la educación. ¿Por dónde empezamos? Eliminando esos pequeños actos que hacemos sin darnos cuenta, que parecen inofensivos y lo que hacen es perpetuar estereotipos. Vamos a poner 5 ejemplos que fomentan la desigualdad y que hemos visto todos más de una vez:
- Uniforme: faldas para las niñas, pantalones para los niños. A simple vista dices “¿Qué más da?”, pero no da lo mismo. Piénsalo, con una falda, la niña puede hacer menos cosas, está menos cómoda y más limitada para jugar, y eso ya le marca una forma de comportamiento. Las niñas tienen que ser más tranquilas, más cuidadosas… Con una falda no puedes jugar al fútbol o tirarte al suelo para coger el balón.
- Poner pendientes a las niñas al nacer. Puedes pensar que les ponemos pendientes porque nos gusta, y puede ser cierto, pero en realidad nos gusta porque es lo que ha establecido la sociedad, y es una manera de marcar a la niña.
- En relación al ejemplo anterior está el tema de los colores: rosa para las niñas y azul para los niños. Como nos explicaba Alba Alonso en una entrevista, “los colores no son el problema. El verdadero problema reside en las asociaciones que les damos a esos colores respecto a ciertos roles. ¿Por qué el rosa siempre se asocia a dulzura, belleza, tranquilidad, maternidad, tareas domésticas…? Eso es lo peligroso, porque si solamente dirigimos este color hacia las niñas, les estaremos metiendo en un único mundo donde puede que encajen, o puede que no. Y por extensión estaremos limitando a los niños (varones) del disfrute de muchísimos campos, al considerarlos “solo de niñas”. Con los tonos “no-rosas”, ocurre algo parecido. Las niñas se quedarán sin explorar universos maravillosos como las ciencias, la robótica, o la programación, ya que los únicos que aparecen representados en esos terrenos son niños”.
- Juguetes: superhéroes para ellos y princesas o muñecas para las niñas. “Es que a mi hija le encantan las muñecas”, claro, seguro que le encantan, pero porque ¿a cuántos niños ha visto con muñecas? ¿Quién le habla de muñecas en general, los hombres o las mujeres? En los anuncios, en los catálogos de juguetes… ¿cuántos niños salen jugando con muñecas? Inofensivamente y por inercia, la sociedad impone que los chicos jueguen con superhéroes y coches, y las niñas, con princesas y muñecas. Y esto sigue marcando la desigualdad y reafirmando los roles clásicos: los niños tienen que ser fuertes, valientes, duros (como los superhéroes) y las niñas, dulces, educadas, tranquilas (como las princesas).
- ¿Qué sucede cuando llega Carnaval o el festival del cole y el niño se quiere disfrazar de princesa? Muchas veces se prohíbe porque “el niño se tiene que poner un disfraz de un personaje masculino” . Pero, como nos decía Alba Alonso, “¿por qué te tienes que disfrazar de un personaje del mismo sexo? Por esa regla de tres, no podríamos disfrazarnos de perro o mesa porque es un animal o un objeto, y nosotros no lo somos”. El problema está en que, como añadía la profesora, “la gente no tolerante tiene miedo de que su hijo, por disfrazarse de princesa, pueda cambiar su orientación sexual. Su sexualidad no va a cambiar porque se ponga un disfraz o se pinte las uñas”. En cambio, si es una niña la que se quiere disfrazar de un superhéroe, por ejemplo, no hay tanto problema porque, como explicaba la responsable de RealKiddys, “eso es ‘subir de categoría’. Pero si un niño quiere ir de Elsa (Frozen) o de princesa está bajando de categoría. Lo femenino se considera inferior”.
Estereotipos de género hay muchos, estos son solo unos ejemplos que fomentan la desigualdad. Estos estereotipos no tienen en cuenta ni nuestros gustos, ni nuestras capacidades, ni nuestros deseos individuales, sino que son fruto de la sociedad y se perpetúan. Lo que tenemos que hacer es educar a nuestras hijas y a nuestros hijos en la igualdad y en el pensamiento crítico, para que sean capaces de reflexionar, de detectar las desigualdades y sepan identificar los numerosos ejemplos de machismos que se dan en la publicidad, en los cuentos o en la música. Por lo menos que sean conscientes y sepan verlo para que no lo reproduzcan cuando sean mayores. Y por otro lado tenemos que educar en la tolerancia, para que no haya discriminación ni risas porque un niño vaya disfrazado de princesa o de Minnie, o porque una niña no lleve pendientes. Por un mundo más igualitario y tolerante.