“Los cristianos ocultos” testimonian una tradición japonesa
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Sociólogo y empresario especialista en relaciones hispano japonesas, con más de 14 años viviendo en JapónLo que no pudieron imaginar los tres grandes shoogunes unificadores de Japón, es que la quinta columna de los máximos poderes extranjeros que creyeron haber extinguido estaba enriqueciendo su tradición cultural con un testimonio único de originalidad. Ni menos Javier y los que le siguieron. Roma, Portugal y España eran esa quinta columna en sus misioneros. Y empezaron a llover edictos de persecución y expulsión contra ellos desde 1587, y martirio de todo cristiano en 1613. Así más de 200 años, hasta 1873, y con más mártires probablemente que en Roma. Algo de ese horror nos escenificó Scorsese con su película “Silencio”. Pero la UNESCO no evaluó eso.
El pasado 30 de junio declara Patrimonio Cultural de la Humanidad doce sitios, doce áreas, doce enclaves, monumentos sólo dos, por el “testimonio único que dan de una tradición cultural lograda por los cristianos ocultos en la región de Nagasaki”. Como si Roma fuera declarada patrimonio cultural de la humanidad no por sus méritos arquitectónicos sino, especialmente, por una tradición cultural romana lograda por los cristianos que allí sufrieron. Porque ese fue el matiz definitivo que tuvo que dar Japón a su petición de reconocimiento de tales lugares para lograrlo. Se lo sugirió el mismo ICOMOS, organismo consejero de la UNESCO.
Así, se citan las Islas Hirado, Ikitsuki y Goto, las villas de Akitsu y Amakusa donde huyeron, vivieron y crearon esa tradición cultural netamente japonesa. Sobre ellos sobrevuela la originalidad en la forma de trasmitir su fe durante más de dos siglos. Si el motor fue esa fe, el vehículo, chasis y ruedas fueron “made in Japan” Ese cómo lo lograron al estilo tradicional japonés fue lo evaluado.
Había quedado un grupo de cristianos, unos 200.000, apresuradamente bautizados en poco más de 50 años, sin líderes, ni instructores, ni libros. La Biblia era el pasaporte al martirio, como el poseer cualquier imagen cristiana que tenían que pisotear anualmente al censarse en los templos shintoistas que ejercían como ayuntamientos por orden shogunal. Sabían unas cuantas oraciones mal aprendidas con medios latinajos. Es de risa hoy día oír las plegarias que recitaban escondidos y que ni ellos mismos entienden. Y un tal Sebastián hizo un calendario de fiestas cristianas disimulándolas cuando tradujo el calendario solar japonés al lunar europeo. Muy importante esto del calendario.
Lo primero, se organizaron como grupos designando “presidentes-responsables” (chookata) de convocar reuniones en cada grupo, un “bautizador” (mizukata), ya se sabe su fin, y un “catequista” (oshiekata) que trasmitía de palabra lo que buenamente creían haber entendido. Las enseñanzas del misionero de boca en boca 200 años acabaron como la orden del comandante hasta el último recluta. Organizan y programan ritos católicos similares a los shintoistas o budistas. Rito del bautismo en vez del “miya-maeri” (presentación de los recién nacidos en el templo shintoista). Ceremonia de la Misa, como la budista del te, con meditación comunitaria. Lo mismo que celebran a lo cristiano, paralela y disimuladamente, festividades anuales fijas como el “Obón” en honor de sus difuntos, el “O-shoogatsu” de Año Nuevo en vez de Christmas.
Mil más, pues, como hoy, es de los países que más fiestas tienen entre año. Para ello era necesario el “Bastian Calendar” que las cuadraba. Fue esa tradicional veneración y aplicación del principio confuciano de formalizar, protocolizar, regular e institucionalizar todo acontecimiento o actividad social, la primera columna que logró mantenerles en su fe a la japonesa. En este caso para organizar comunitariamente sus actividades religiosas.
La otra, el respeto, estima y conservación de lo recibido de sus antepasados. Lo explicó uno de esos cristianos ocultos, no hace mucho. Se empeñaba el nuevo misionero del siglo XXI en convencerle de que tenían que actualizarse y ponerse al día de oraciones y liturgias, e incluso de algunas de esas creencias trasmitidas oralmente, dándoles el nuevo sentido y formas en que habían evolucionado en Roma, para no caer en herejía. “O sea, ¿qué me quiere Ud. decir que lo que han practicado mis antepasados por más de 300 años es falso?”.
Ritualismo social y veneración por su pasado, ¿algo más japonés? La UNESCO acaba de universalizarlo.