LAS VÍCTIMAS SILENCIOSAS DEL MALTRATO
Por Amparo Huélamo Gaspar.
¿Cómo afecta a los niños la violencia doméstica o el maltrato en la familia?
No debemos soportar ni sufrir que los niños sean las víctimas indirectas de un maltrato intrafamiliar y que puede llegar a aquejar, significativamente, en ellos, que incluso, puede provocar unas consecuencias totalmente nefastas y puede marcarles negativamente en sus desarrollo cognitivo. Pero desgraciadamente se puede afirmar sin temor a confusión que sí son esas víctimas indirectas y silentes que sufren y padecen dicha violencia.
En el supuesto que hubiesen agresiones físicas contra cualquier progenitor, madre o padre, el impacto que absorben estos niños resulta dramático ya que al mismo tiempo experimentan una sintomatología de estrés postraumático que les provoca o induce, en muchas ocasiones, esas pesadillas que suelen ser muy recurrentes en espacio y tiempo.
Los menores aunque no se encuentren físicamente en el momento de la agresión ya sea física o psíquica sí están escuchando todo lo que está ocurriendo. Están percibiendo esos insultos, esas humillaciones, esas vejaciones, etc. que esté recibiendo cualquiera de los progenitores. Estos niños intentan permanecer al margen de todas esas situaciones que suceden en su entorno, pero hay ocasiones en que, desgraciadamente, no sólo escuchan toda esa serie de improperios sino que son testigos presenciales, es decir, testigos directos de las agresiones físicas.
Los infantes advierten esas marcas físicas ¿pero os imagináis lo que puede suponer para un menor que tenga que presenciar en su domicilio la llegada de asistencia médica o en su defecto miembros de las FFCCSE para atender o auxiliar a la víctima directa del maltrato? Ese niño, esa víctima indirecta está viviendo en carne propia todos esos hechos y sufre en silencio ese dolor que se le está infringiendo y que se manifiesta en esos shocks postraumáticos.
Los síntomas que llevan asociados a la violencia doméstica todo van a depender de las edades de los niños. Cuando esos niños llegan a la adolescencia ya tienen la suficiente capacidad cognitiva para discernir que ocurre dentro de su entorno familiar y es cuando tienden a agudizarse o aparecer los primeros síntomas o problemas de socialización.
Este es un tema que no debe obviarse ni omitir por la relevancia y consecuencias que pueden desencadenarse en el devenir del tiempo. Estos niños están viviendo unas situaciones muy embarazosas y son las víctimas, no secundarias, sino primarias porque a lo largo del tiempo les puede llevar a ser unos delincuentes en potencia, e imitar la agresividad que han estado padeciendo en sus casas.
Como ya he constatado en diversas ocasiones en mis conferencias estos comportamientos adquiridos y basados en la agresividad desembocan en muchos momentos en la psicopatía. Estos niños, luego adolescentes y con posterioridad adultos, son como verdaderas esponjas actúan por imitación porque absorben todo lo que están viviendo, tanto bueno como malo. Si los niños perciben que hay un dolor subyacente o que concurre un conducta anómala en su ambiente familiar, ese niño lo que hará será absorber o imitar esa mordacidad.
Cuando se da este tipo de violencia siempre, los niños, suelen ser utilizados como “moneda de cambio” tanto por parte de la madre como por parte del padre sin ningún tipo de distinción. Esta actitud de uno de los progenitores es para presionar a la otra parte con la finalidad de causar el mayor daño posible y la manipulación o control de la otra parte de la pareja.
Todos estos hechos han llevado al legislador a tomar cartas en el asunto y a legislar al efecto y es por ello que la Ley ya reconoce a los hijos como víctimas de violencia de género. ¡Por fin!.