Ensayo de las relaciones tóxicas
Como decía Balzac:
“Puede uno amar sin ser feliz; puede uno ser feliz sin amar;
pero amar y ser feliz es algo prodigioso”.
– Es algo que nos ha interesado tratar: ese punto en que dos personas se enquistan, entran en un siroco emocional y se quieren y maltratan al mismo tiempo durante años y no consiguen salir de esa relación tormentosa. Y no solo en las parejas, sino también en las relaciones de amistad, incluso ahora lo vemos entre regiones, un trabajador con su jefe, en las ciudades siempre vecinas. Hoy en día los divorcios alcanzan el 50 %. Alea jacta est.
¿Por qué un ensayo de las relaciones tóxicas?
Fuente: Sencillez y orden
Freud hablaba de la soledad impuesta por los próximos. Casi todas las relaciones íntimas entre dos personas dejan un depósito de sentimientos hostiles. Aquello que en el siglo XVIII decía el filósofo escocés David Hume: los seres humanos somos tanto palomas como serpientes. Tenemos nuestros propios intereses, pero también somos cooperativos. Ensayo de las relaciones tóxicas Ensayo de las relaciones tóxicas
Hemos reflexionado sobre este punto donde se entrecruza el deseo de estar con otra persona pese al dolor y conflicto que esta relación genera.
¿Hoy en día hay más relaciones tormentosas que antes?
– Antes los roles estaban muy definidos y las interacciones posibles de conflicto eran menores, cada uno tenía sus funciones: el padre picaba piedra en el campo y la madre limpiaba al culo a los niños. Hoy los padres tienen que negociar los roles familiares, lo negocian todo hasta la extenuación. En este sentido las probabilidades de conflicto son mayores. La chupeta del niño se cae al suelo y hay que debatir quién la coge. De hecho, actualmente las parejas que tienen éxito son las que consiguen solucionar los problemas conjuntamente. El rol casi ya no tiene importancia en las parejas jóvenes y el estilo o personalidad de cada padre madre es lo que se impone.
Cuando el amor acaba puede ser una enorme tragedia, una maldición faraónica, un barco caótico que se hunde sin botes salvavidas. Ensayo de las relaciones tóxicas Ensayo de las relaciones tóxicas
Enamorarse es maravilloso y ha sido suficientemente descrito, pero hay que leer el amor en nuestra cultura actual. Hoy en día existen demasiadas personas en aplicaciones para interactuar, demasiadas interacciones, llega a saturar e incluso a cansar y aislar a la persona tanta oferta como hay.
Por ejemplo, el umbral de la enfermedad mental ha aumentado. Es un tema que está claro en la enfermedad mental; hemos pasado de 4 enfermedades de Pinel a 400. En la sociedad hay una tendencia general a bajar el umbral de lo que es un problema, lo vemos en las agresiones, en el TDH en la depresión. Ahora estamos estudiando este mismo hecho, pero en relación con la retirada de la custodia de hijos por medio de servicios sociales. Hoy se considera un piropo como acoso, cuando hace tan solo cinco años no, los estudios no lo recogían.
Hay mucha diferencia a la hora de buscar relaciones. Se buscan porque uno se siente bien con alguien, se cuida y cuida al otro, habla y se comunica emocionalmente con el otro, comparte, se quieren, y también se buscan desde el otro extremo, desde la ansiedad, desde el complejo del que no ligaba y ahora quiere ligar a toda costa, desde el miedo a la soledad.
Y no pocas veces, siguiendo este hilo, uno acaba pensando en que debe ser autosuficiente y prescindir de los demás, llegando a comprobar lo ridículo que resulta practicar el autoamor.
¿Cómo podemos identificar que una relación es tóxica?
Cuando claramente no se es feliz con la pareja. A veces, es cierto, las parejas pasan por dificultades extraordinarias que obstaculizan esa promesa de felicidad, pero las que funcionan mejor son aquellas capaces de hablar sobre su propia comunicación, es decir aquellas que logran sentirse a gusto en el modo y manera que tienen de entenderse.
El adicto demanda el tratamiento in extremis, cuando ha tocado fondo. Lo mismo pasa con una persona que ha tenido una relación tóxica. Muchas parejas tormentosas llevan en silencio su calvario, con síntomas más sigilosos o callados. Al final el límite de las conductas compulsivas, la relación de cortocircuito lo termina poniendo el propio organismo bajo la forma de depresión, accidentes, soledad o angustia. He aquí la paradoja irresoluble de ser más libres y más dependientes.
¿Podemos ser optimistas?
Decía Albert Camus: “Siempre nos engañamos dos veces respecto de las personas que amamos; primero a su favor y luego en su contra”.
La memoria humana es fácil de engañar, pasamos cosas al recuerdo del olvido. Al final si el conflicto es un charco de agua, y con el paso del tiempo queda siempre una mancha después de secado. Cuando una pareja se va a separar llega a distorsionar el pasado compartido, y antes de romper recuerda lo peor de la relación. Es más noble fracasar, aprender a fracasar, que diría Samuel Beckett: fracasar más y mejor. A todos nos puede pasar y todos tenemos derecho al fracaso.
Del fracaso nos recuperamos; el éxito, por el contrario, con su canción de nana fácil y dulzona tiende a idiotizar, te hace, si cabe, un poco más imbécil.
Recuerdo cuando contrataba a psicólogos; se notaba mucho cuando era el primer trabajo para el aspirante o ya había trabajado en otros sitios. El buen terapeuta es aquel que ha estado triangulado, que ha tenido problemas (la mayoría de los que estudian psicología quieren entenderse y arreglarse, tengo la consulta llena de ellos), pero han logrado resolverlos.
Hay que saber volver a nacer cuando salimos de un gran impasse, cuando estas abajo del valle solo te resta subir. Después de la pérdida hay que aprender a vivir las cosas de otro modo, saber perder implica saberse mortal y humanizarse; a darnos una segunda oportunidad de ser mejores con los nuestros. “Perderse es también camino”, en palabras de Clarice Lispector.
¿Hay más dificultad para solucionar conflictos?
Podríamos dar una respuesta desde la sociología. Hemos pasado de familias de seis o siete miembros en los años 50, después a las familias de un hijo.
Esto quiere decir que son personas que resuelven peor los conflictos con sus iguales puesto que tienen menos interacciones con ellos. Podríamos decir que tienen menos experiencia en negociar con sus iguales o sus pares. Por una parte, estos hijos tienen más experiencia y son más virtuosos a la hora de hablar con adultos.
Para Montaigne, “la dificultad es lo que da valor a la virtud, como el precio da valor al diamante”.
El hijo único está rodeado por dos adultos y cuatro abuelos.
Por otro lado, es una sociedad con mucha más supervisión.
Hay expertos que asesoran para todos, cuidados paliativos pedagogos educadores, orientadores coachines, que a veces recomiendan un cúmulo de obviedades, pero en este sentido hacen frágil a las personas a la hora de resolver sus propios conflictos.
Me podríais decir algunas características de las parejas que funcionan bien
“Tal vez esta es la forma más alta de amor: un alma que le da serenidad a otra”, escribió Susan Vreelan.
Solucionan juntos los problemas, practican actividades que los dos disfrutan, posiblemente comparten un mismo modo de entender la vida, que no es lo mismo que estar de acuerdo en todo.
También intervienen otros factores: buena elección de la pareja, respeto mutuo, felicidad o bienestar interior individual, flexibilidad, no llevar la cuenta de los errores del otro, se dan tiempo, afrontar conjuntamente las batallas correctas, mantener un mínimo de contacto físico placentero, etc.
Merece la pena el intento. Como decía Balzac:
“Puede uno amar sin ser feliz; puede uno ser feliz sin amar;
pero amar y ser feliz es algo prodigioso”.
La confianza, el respeto, admirar a tu pareja y aceptarla por lo que es. No usarla para tus intereses egoístas. Aceptas tal y como es la otra persona, intentar cambiar los gustos de la otra persona, su personalidad, es no respetarla como es….
El equilibrio de construir juntos, construir un tres, apoyarse, pero sin estar atados, pegados o fusionamos excesivamente.
No es necesario estar siempre de acuerdo, hay parejas que discuten y perduran y crecen. Antiguamente no existía el divorcio, no te lo tenías que trabajar, pero hoy es una construcción diaria.
Compartir sueños y proyectos, apoyarse mutuamente, luchar unidos por metas propias y comunes.
Comunicarse lo mejor posible y hablar sobre la propia manera de comunicarse, esa es la gran meta: la comunicación.
Fernando Pérez del Río | Mercurio Alba
El psicólogo general sanitario y su lógico encaje en el tercer sector