Incluso cuando estamos muy concentrados realizando una tarea, ciertos estímulos pueden distraernos y capturar nuestra atención, especialmente si suponen un peligro para nosotros
Vivimos en medio de una multitud de estímulos, aunque gracias a nuestra capacidad de atención podemos filtrar lo que es importante de lo que no.
Imagina que estás en tu coche conduciendo, tienes puesta toda tu atención en esta tarea. Te fijas en la carretera, en los semáforos, en los peatones… Pero, de pronto, tus ojos se desvían sin control hacia una araña que se está paseando por el parabrisas: la araña ha robado tu atención. Estos son los dos tipos de atención que poseemos: la voluntaria y la involuntaria.
Ahora, un equipo del Departamento de Psicología Biológica y de la Salud de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) ha demostrado que tanto la atención voluntaria como la involuntaria se ponen en marcha por un mecanismo cerebral similar.
De acuerdo con los resultados —publicados en la revista Psychophysiology y llevados a cabo con financiación del Ministerio de Ciencia e Innovación y la Agencia Estatal de Investigación—, dicho mecanismo se basa en un aumento de la excitabilidad neuronal que se refleja en una disminución de la amplitud del ritmo alfa, un tipo de onda que predomina en las áreas del cerebro especializadas en recibir información del entorno.
“El aumento de excitabilidad es más marcado ante estímulos con contenido emocional negativo, como la araña, que pueden ser potencialmente peligrosos”, explica Lydia Arana, primera firmante de la publicación.
“Gracias a ello, las neuronas están preparadas para dar una respuesta rápida y ajustada a la situación, aunque sea a costa de robarle recursos atencionales a la tarea principal. Por ejemplo, tener vigilada a la araña para que no se acerque demasiado, aplastarla, o parar el coche y salir corriendo”.
Este nuevo estudio demuestra que tanto la atención voluntaria como la involuntaria se ponen en marcha por un mecanismo cerebral similar / Editada de Pixabay
Atención y distracciones
Para llegar a estas conclusiones, el equipo realizó un estudio con personas voluntarias sanas a quienes se registró su actividad cerebral por medio de electroencefalografía (EEG) mientras realizaban una tarea numérica en la pantalla de un ordenador (atención voluntaria).
De vez en cuando, en el lado opuesto de la pantalla, aparecían imágenes con contenido emocional negativo, positivo o neutro (atención involuntaria).
Las imágenes emocionales, sobre todo las negativas, fueron las que generaron una mayor distracción. Además, cuanto mayor era el grado de distracción, peor era el rendimiento en la tarea numérica y mayor la disminución del ritmo alfa.
Este descubrimiento es un paso importante para entender mejor cómo nuestro cerebro despliega la atención y se enfrenta a las distracciones.
“Los resultados de este estudio cobran más importancia aún en la actualidad, en la ‘era de la distracción’, donde nos encontramos constantemente con un sinfín de estímulos difíciles de ignorar, como notificaciones de WhatsApp, correos electrónicos o publicidad”, apunta Almudena Capilla, profesora titular en la Facultad de Psicología de la UAM.
“Nuestro cerebro —concluyen— está diseñado para dirigir la atención a todos estos estímulos, sobre todo si nos evocan alguna emoción. Pero ¡cuidado!, cada distracción nos roba un pedacito de atención voluntaria, y esta es la que nos permite llevar a cabo con éxito las tareas del día a día”.
Referencia bibliográfica:
Arana, L., Melcón, M., Kessel, D., Hoyos, S., Albert, J., Carretié, L., Capilla, A. (2022). Suppression of alpha-band power underlies exogenous attention to emotional distractors. Psychophysiology. doi: 10.1111/psyp.14051.
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