Hoy presentamos la experiencia profesional de como un Ingeniero de minas ha llegado a ser piloto de Drones .
Ricardo Garcia Martín nos relata de forma directa su experiencia,
Investigación, tesón y constancia virtudes fundamentales para conseguir un objetivo. hemos mantenido íntegramente su experiencia , seguramente muchos de vosotros os vais a sentir identificados.
Aprovechamos en Revista Nuve para iniciar una nueva y poderosa vía de futuros puestos de trabajo, el mundo de los Drones va a ofrecer una salida profesional muy importante a un gran numero de carreras.
Ricardo Garcia Martín: Ingeniero de minas + Licenciado RPA mas conocido comúnmente como Piloto de Drones, su experiencia.
Discurría el mes de junio de 2001 cuando un barbilampiño alumno con la PAU recién aprobada, se enfrentaba a la decisión de qué camino tomar en su formación universitaria para definir su futuro laboral. La principal duda que me asaltaba era qué carrera colocaba de séptima opción: las dos primeras opciones eran Ingeniería Informática (lo que ahora es máster en informática) en las Universidades Públicas de la Comunidad de Madrid y las cuatro siguientes opciones eran las correspondientes Ingenierías Técnicas en Informática (ahora los grados en informática).
Tras conversaciones largas con un primo mío, decidí colocar de séptima opción Ingeniería de Minas y la octava Ingeniería de Caminos. Las otras dos opciones que tenía que poner las dejé deliberadamente en blanco, con todos los riesgos que implicaba.
Una vez me informó la Universidad Politécnica que había sido admitido en Ingeniería de Minas, me motivé para hacer un curso académico e intentar cambiar de rama para estudiar y formarme en lo que quería: Informática. Pero como dice el dicho: “El hombre propone y Dios dispone”. Lo que Dios dispuso en aquél momento fue que encontrara un ambiente positivo y unos estudios bastante amplios e interesantes unido a una oferta laboral que me garantizaba “a priori” estabilidad laboral hasta la jubilación. Nada más lejos de la realidad.
Tras ocho años con varias noches de insomnios, tensiones de exámenes, frustraciones, alegrías y sobre todo esfuerzos y horas de biblioteca, conseguí en febrero de 2009 acabar los estudios de la carrera con la presentación de un proyecto en el aula de proyectos del edificio antiguo de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Minas. Tras salir de la presentación, un abismo se abrió ante mí: encontrar trabajo.
El contexto de la situación era bastante desolador: una crisis económica que por aquél entonces empezaba a arrasar con los puestos de trabajo, cebándose más especialmente en el sector de la obra civil. La gran locomotora de la obra civil se frenaba y con ella el resto de los vagones que arrastra: canteras, minas, fábricas de manufactura de materias primas y por supuesto los servicios asociados a la construcción de edificios y obras singulares.
Tras seis años de una relativa estabilidad en la excavación y sostenimiento de túneles recorriendo prácticamente España desde las Islas Canarias hasta Orense pasando por País Vasco, una vez más volvía al desempleo y con un futuro un tanto perturbador: la crisis seguía y lo peor de todo, ya no había mucho más recorrido en la obra civil. Había que reinventarse. Buscar salidas. Analizar un sector que estuviera en auge o al menos que ofreciera un futuro que la obra civil no aportaba.
Poco antes de quedarme en paro, un día de trabajo estábamos bromeando los compañeros con esos aparatitos que volaban que eran “juguetes” y sus posibles aplicaciones. Como el tono era bastante jocoso, lo más serio que salió fue el realizar fotografías aéreas a viviendas unifamiliares para luego vendérselas a los propietarios. Ahí se sembró la semilla de mi actual aventura emprendedora.
Tras muchas horas investigando, leyendo, viendo posibles opciones, finalmente decidí que había que formarse en este mundo de los Remote Piloted Aircraft (RPA). Y claro, una cosa es lo que la imaginación puede llegar a hacer y otra lo que la normativa de un país te permite hacer. Muchos rumores de normativas, una normativa temporal, unos pasos a seguir no tan claros y en la mochila solo las enormes ganas de utilizar estos aparatos para desarrollar trabajos.
Los primeros pasos aparte de leer mucho en internet, fue el asistir a un congreso en Madrid sobre drones y sus usos. Después de esto seguir informándome de lo que se hablaba en más congresos y visitar frecuentemente la página web de la Agencia que supervisaba esta área: AESA.
En Mayo de 2015 tenía el reconocimiento médico que me habilitaba para poder ser piloto. Había que seguir. Así las cosas en Junio de 2015 tenía la matrícula formalizada para un curso intensivo de 60 horas para adquirir la licencia avanzada teórica y práctica de piloto de RPA. Tras una semana de varias horas de clases y luego muchas de estudio en casa y pocas de dormir, conseguí aprobar el examen de la parte teórica. Inicié las clases prácticas con un rumor que a mitad de clases se convirtió en realidad: se cambiaban las maniobras del examen. Cuando ya tenía las maniobras perfectas, me las cambiaban. Tras una semana más de maniobras, a finales de agosto obtenía la licencia avanzada práctica de piloto de RPA.
Ahora que era piloto, ya solo me quedaba encontrar una empresa en la que trabajar. Como este mundo es realmente novedoso, pocas empresas había entonces. Estas empresas se llaman “operadoras” y el panorama era un tanto opaco. Estaba muy interesado, pero aún no sabía qué fin le iba a dar a esta nueva formación adquirida.
Uniendo mis estudios de Ingeniero de Minas y los nuevos de Piloto de RPA, vi claramente que podía aportar mucho en el campo de la topografía, ya que podía utilizar el RPA con fines fotogramétricos. Tras volver a informarme y asesorarme, decidí que finalmente podía hacerme autónomo y trabajar como operador de RPA y ofrecer mis trabajos legalmente. La hoja de ruta estaba clara, ¡a seguirla!
Muchas llamadas, muchas visitas, muchos sinsabores al no conseguir clientes, pero afortunadamente y con esfuerzo, al final terminan saliendo las cosas. Hoy día y más de un año después de la decisión de sumergirme en este mundo, ya tengo mi página web (www.ricardo-garcia-martin.webnode.es), trabajos realizados y una previsión a corto plazo que permite ilusionarme y pensar que se puede seguir la senda abierta.
Quizá la pregunta del millón sea: ¿Por qué los “drones”? Como ya se ha dicho anteriormente, todo empezó un día en mi último trabajo. Pero es que además de eso siempre desde pequeño me gustaron mucho los aparatos a radiocontrol (llamémosles coches o los más primigenios “robots”) y también me gustaron y me llamaron siempre la atención los aviones. Se podría decir que ha habido siempre un buen caldo de cultivo para poder desarrollar esta profesión. Siendo niño recuerdo un juguete de LEGO que era un avión el cuál me empeñaba en montar y desmontar en mis juegos (además de algún aterrizaje de emergencia…). También, siendo niño, recuerdo un coche teledirigido maqueta del que por entonces era el coche de mi padre que me encantaba jugar con él. Ya de más mayor y con otras posibilidades, empecé a interesarme por el hobby de los coches de gasolina a radiocontrol.
Con todo esto en la batidora, las piezas del puzzle se fueron uniendo, vi que podía ser una buena oportunidad laboral y sobre todo pensé que los primeros en llegar a este mundo se lo tendrán que trabajar más, pero que probablemente estarían mejor colocados que los que se animaran después. Además de esto, hay que pensar que hoy día para todo trabajo se necesita una herramienta: pues mi herramienta decidí que fueran los drones.