Lorena Enebral
«Un ángel de los que ya no quedan»
Así hablan los amigos de la ‘fisio’ asesinada en Afganistán.
fotografias mi mama tiene un blog
La solidaridad era como una droga para Lorena Enebral. «La pruebas y quieres más», decía
ANTONIO PANIAGUA para las Provincias
Bebía agua del pozo y dormía en el suelo si era necesario. La fisioterapeuta española Lorena Enebral, asesinada en Mazar-i-Sharif (Afganistán), carecía de los remilgos de esos occidentales a los que todo da asco cuando viajan a un país pobre. Como cooperante era una todoterreno, se adaptaba a cualquier circunstancia y nunca caía en el desánimo. Podía pasarse semanas en un pueblo de Malawi con una dieta compuesta exclusivamente a base de arroz y mangos, lo que comía la población autóctona. «Para ella todas esas incomodidades no suponían ningún sufrimiento», cuenta su amiga Carolina Varas. Quienes la conocían no se explican qué llevó a un paciente suyo a disparar contra ella con un arma que había sido escondida en una silla de ruedas. Cometió el crimen en un centro de rehabilitación del Comité Internacional de Cruz Roja (CICR). Lorena trabajaba allí desde mayo de 2016. Atendía a mutilados de guerra y niños con deformidades y problemas causados por trastornos neurológicos. «Le apasionaba lo que hacía, era feliz y cuando le dieron la oportunidad decidió reengancharse». «Mi madre dice que estoy un poco loca. Yo también lo creo». Así hablaba Lorena, de 38 años, para explicar su trabajo en un documental grabado para el programa Misioneros del Mundo.
http://www.cope.es/noticias/actualidad/asi-relataba-trece-lorena-enebral-trabajo-como-cooperante_157746
En el reportaje pronto se aprecia cómo era la fisioterapeuta. Una mujer independiente, bienhumorada, animosa e infatigable. Se la ve hablando a la población local en suajili e inglés. Cuando no la comprenden se hace entender por señas, con una gestualidad que hacía reír a los pacientes. No se arrugaba ante los casos difíciles. Ayudaba a menores discapacitados con taras graves, chicos que se arrastraban por el suelo para llegar a una letrina y que se transportaban en sillas de ruedas rudimentarias, con asientos de plástico o madera.
Lo dio todo de sí en un centro de discapacitados radicado en Same (Tanzania), cerca del Kilimanjaro y perteneciente a la congregación Little Sisters of Saint Francis of Asis. Allí corregía los malos hábitos de algunas madres tanzanas a las que nadie había enseñado a dar de comer correctamente a sus hijos. Incapaces a veces de ponerse en pie, corrían el riesgo de morir atragantados cuando la comida se les desviaba a los pulmones. En otros casos debía luchar contra los prejuicios que estigmatizan a los discapacitados en África. Las supersticiones inducen a la población a considerarles hijos de una maldición. Tenía que desempeñar además destrezas propias de un logopeda o de un psicólogo.
Estuvo destinada en Malawi, El Sáhara, Tanzania, Etiopía y Afganistán. «África le gustaba mucho. Como era muy extrovertida y simpática, no tenía dificultad en hacer amigos. Su manera de ser atraía como un imán. Además rompía muchos corazones porque era guapísima».
«Era maravillosa»
Cristina Ruiz conoció a Lorena en la Universidad Alfonso X El Sabio de Madrid. Ambas terminaron la carrera en el año 2000 y a los cinco años decidieron ir a Chile para aprender el método Bobath, indicado para tratar a niños y adultos con trastornos del sistema motor derivados de lesiones neurológicas. Esas técnicas se las enseñó luego a cinco chicas que trabajan en un centro para minusválidos de la ciudad saharaui de Dajla, la antigua Villa Cisneros de la época colonial. «Hizo en tres meses, de septiembre a diciembre de 2012, lo que es una labor de años», dice Mohammed Sadel Semalali, director de la entidad. «Como no hablaba el árabe, yo le hacía de traductor. Era maravillosa, un ángel de los que ya no quedan».
“TENÍA UN DON ESPECIAL PARA LOS DISCAPACITADOS”
JAVIER CASQUEIRO– El Pais
“Lorena era un espíritu libre y sin prejuicios, un chorro de aire fresco con unas ganas de ayudar llevadas al extremo y tenía un don especial para atender a los niños discapacitados: era espectacular”. Así la recordaba ayer María Palacios, directora del Centro de Rehabilitación Infantil Contigo, de Aravaca, donde la fisoterapeuta Lorena Enebral tuvo su último trabajo en Madrid, cerca de la casa familiar en Pozuelo donde vivió con sus padres y sus tres hermanos, antes de probar hace cinco años un curso de cooperante en África y de ser fichada por la Cruz Roja Internacional.
“Era más valiente que nadie, muy generosa y hacer ese tipo de rehabilitaciones era su gran ilusión, su pasión, y para lo que priorizó todo por su gran amor por los niños”, destacó Llanes.
Lorena Enebral era muy conocida y respetada en ese ámbito profesional de los fisioterapeutas.
“LOS QUE AMAN”
Hay gente mala que usará su inteligencia para crear bombas de racimo que mutilarán cuerpos de niños
jugando o familias paseando
Cómo duele el asesinato de Lorena Enebral Pérez. Se nos astilla a todos en la garganta ese instante siniestro en el que le arrancan la vida a la fisioterapeuta española que se había entregado a los demás. Porque irse a vivir a Afganistán para ayudar a todos aquellos mutilados por la guerra es un gesto de generosidad suprema. Lorena creía en la redención del mundo como concepto real de trabajo cotidiano. Era experta en discapacidad infantil y sabía lo importante de su labor para el futuro de cientos de niños. Redimir el dolor con soluciones terapéuticas, con rehabilitación y apoyo. Ese es un consuelo real que ofrecen los cooperantes repartidos por la tierra. Son personas que un día se dan cuenta de que su vida está en otras vidas. Que la sociedad llena de comodidades de que disfrutan no tiene sentido si otros sufren lo indecible.
Todos somos seres humanos, compartimos esta realidad y labramos nuestra existencia en un mismo presente. Pero hay unos que viven con el cerebro lleno de pensamientos ominosos, de odios absurdos, de imaginación venenosa, de egoísmo denso. Hay gente mala que usará su inteligencia para crear bombas de racimo que mutilarán cuerpos de niños jugando o familias paseando. El entramado del mal tiene muchos vericuetos y muchas responsabilidades. Pero Lorena Enebral Pérez era el bien, el bien luminoso, energético, majestuoso, necesario. Era la dicha que reinventaba posibilidades nuevas. Un día decidió que su vida de mujer española que había nacido en democracia y había tenido la oportunidad de formarse en un país donde las mujeres tienen los mismos derechos que los hombres debía continuar en otros lugares donde pudiera ser útil y marcar la diferencia. El bien transforma y todos aquellos cooperantes que dedican su vida al bien ayudan a construir ese planeta ideal, ese mundo mejor, esa utopía que debería ser el anhelo de todos.
Los cooperantes tienen energía épica, la fortaleza para enfrentar el dolor y luchar por los demás repartiendo su tiempo y sabiduría. Lorena Enebral Pérez fue testigo del mal, vio el efecto atroz del odio en todos los niños que trató. Vio el mal en el vacío que dejan los brazos y piernas arrancados. Vio el mal en el horizonte de los paisajes derruidos por las guerras y la miseria. Pero también vio el bien en los ojos de aquellos que ayudó, en los que la querían y la apoyaban, en los niños que sonreían a su lado y aprendían a usar sus prótesis. Vio el bien cada mañana al levantarse, creyendo en una vida llena de amor por los demás.
El Gobierno entrega la Gran Cruz del Mérito Civil a Lorena Enebral, la cooperante de Cruz Roja asesinada en Afganistán
MUCHAS GRACIAS A TODOS SUS AMIGOS