Investigadora Marta Romero Ariza – autobiografia
Cuando era niña me fascinaba la discusión de ideas, la búsqueda de explicaciones a grandes cuestiones y la resolución de problemas matemáticos o lógicos. Esa fascinación por los retos intelectuales y el modo en que me absorbían y focalizaban mi atención hasta que los resolvía, hacía que mi madre me repitiese una vez y otra, qué cabezona eres, Marta, hasta que no lo consigues no paras, vas para científica, hija.
Mi madre formulaba esta frase como una condena, tras haberme instado repetidamente a que abandonase esa fase frenética en la que mi cerebro quedaba atrapado más allá de la fase consciente, mientras mis neuronas se activaban conectándose y reconectándose una y otra vez en torno al problema que no conseguían resolver.
Estos episodios se multiplicaron a partir de 1991, año en el que inicié mis estudios de Química en la Universidad de Granada. Era fascinante enfrentarse a los grandes modelos explicativos de la materia, sus propiedades y sus transformaciones y lo era más aún, intentar conectar los modelos utilizados en Química Inorgánica u Orgánica, con los propuestos por otras ramas como la Química-Física, la Termodinámica o la Química Cuántica para explicar fenómenos frontera. Recuerdo dirigirme a la tutoría de distintos profesores de la Facultad con largas listas de preguntas que a menudo quedaban sin respuesta o con un sí, pudiera ser…
Finalicé mis estudios de Química en 1996 con premio extraordinario de licenciatura. En el penúltimo curso asistí a una conferencia impartida por un profesor danés que avivó mi interés por la química de los productos naturales y acepté una invitación para colaborar en tareas de investigación en el Departamento de Química Orgánica en la figura de “alumna interna”. Esta colaboración se dilató hasta 2002, financiada por becas de investigación. Durante esos años me inicié en técnicas de Microbiología y Química y abordé la identificación, aislamiento y caracterización de nuevos productos naturales con actividad biológica. En este tiempo combiné la investigación enfocada al desarrollo de nuevo conocimiento científico (investigación básica) con la investigación aplicada, financiada por empresas alimentarias y farmacéuticas interesadas en el aprovechamiento comercial de algunos de los productos naturales de interés.
Durante una estancia de investigación pre-doctoral en el Instituto de Biotecnología de la Universidad Técnica de Dinamarca experimenté uno de los momentos más emocionantes de mi carrera científica. Llevaba varios días intentando encontrar una estructura molecular coherente con todos los datos espectroscópicos de un compuesto químico que acababa de aislar. Los datos no coincidían con ninguna sustancia descrita anteriormente. Era un reto similar al de encajar miles de piezas de un puzle complejo que se resistía a ser resuelto. Tras días y noches dándole vueltas a todos los datos y construyendo fragmentos estructurales que explicasen determinados valores, no conseguía cerrar la estructura de forma coherente. En el tren de camino al Centro de Investigación de Carlsberg, con el que colaboraba, una estructura vino a mi cabeza. Mi grado de excitación fue creciendo mientras chequeaba frenéticamente su adecuación con los datos disponibles en el tren, sin poder esperar a que el tren alcanzara su destino. Al llegar al centro de investigación busqué al técnico experto en resonancia magnética y revisamos cada una de las señales comprobando emocionados que todo encajaba.
En 2002, tras la defensa de mi tesis doctoral en inglés frente a un tribunal internacional, inicié un contrato de investigación universidad-empresa con el objeto de explotar una ruta sintética de un producto de interés para una farmacéutica internacional. Sin embargo, a los pocos meses de iniciar el contrato, me quedé embarazada de mi primera hija y ante la posibilidad de malformaciones provocadas por los productos teratogénicos con los que trabajaba en el laboratorio, renuncié al contrato de investigación y me desconecté del ámbito de la investigación durante cuatro años, dedicándome a ser madre y a cuidar a mi primera y mi segunda hijas.
En 2006 salió una plaza en Didáctica de las Ciencias en Jaén. Yo en aquellos entonces no sabía que se podía investigar para buscar formas más eficaces de enseñar las ciencias. Ayudar a las personas a entender la ciencia y reconocer el valor de las ideas científicas para comprender y explicar el mundo me pareció una tarea fascinante.
Durante los primeros años en esta área, me dediqué a formarme leyendo artículos de relevancia en Didáctica de las Ciencias, realizando estancias en Europa y Estados Unidos y participando en congresos y eventos de referencia en el ámbito. Esta nueva etapa despertó en mí la motivación por investigar el efecto de distintos recursos y estrategias para potenciar el aprendizaje significativo de las ciencias.
En 2009 un grupo de investigadores de 6 países europeos iniciamos el proyecto COMPASS (Common Problem Solving Strategies as links between Mathematics and Science). El principal propósito era ofrecer contextos significativos y retadores para la aplicación y comprensión de las matemáticas y las ciencias. Para ello se llevó a cabo el diseño, implementación y validación de una colección de diez propuestas innovadoras, que implicaban al alumnado en la investigación de problemas actuales de interés. Cada núcleo temático elaborado incorporaba una guía para el profesor, materiales de aula y un entorno virtual de investigación en forma de simulación.
En el periodo 2010-2014 participé como investigadora en el proyecto europeo PRIMAS (Promoting Inquiry in Mathematics and Science Education Across Europe), perteneciente al VII Programa Marco de la Unión Europea. Este proyecto englobaba 14 instituciones europeas de Educación Superior de 12 países europeos. La principal finalidad de este proyecto era promover y apoyar el aprendizaje por investigación guiada, como estrategia para mejorar la enseñanza de las ciencias y matemáticas en Europa.
En el periodo 2013-2017 participé en otros dos proyectos europeos del VII Programa Marco, el proyecto MaScil y el proyecto PARRISE. El proyecto MaScil (Mathematics and Science for Life) englobaba 18 instituciones europeas de Educación Superior con el propósito de acercar las ciencias y las matemáticas que se enseñan en los distintos niveles educativos, a la forma en la que dichos conocimientos se utilizan en la vida real y en entornos profesionales. La principal finalidad era dotar de sentido y aplicabilidad a lo que se enseña, así como adaptar la formación de los individuos, a las actuales necesidades de la sociedad.
Por su parte, eldel que he sido investigadora principal en la Universidad de Jaén, ha sido financiado por la Comisión Europea con 2899978 euros implicando a 17 instituciones de educación superior de Europa. Su principal propósito es mejorar la enseñanza de las ciencias, promover la alfabetización científica y preparar a la ciudadanía para participar activamente en el debate de temas relevantes de interés socio-científico. Con este propósito se ha desarrollado un marco teórico fundamentado en la investigación especializada, denominado SSIBL (Socio Scientific Inquiry Based Learning), se han identificado y revisado experiencias exitosas en esta línea y se ha iniciado un proceso de formación de profesorado y pilotaje de materiales, a través de ciclos iterativos de implementación, evaluación.
En los últimos proyectos internacionales que se encuentran activos hasta 2020 (proyectos IncluSMe y MaSDiV), participo como líder del equipo español investigando metodologías y recursos para mejorar la enseñanza de las materias STEM (Science Technology Engineering and Mathematics). Estos proyectos prestan especial atención a la integración y aplicación de conocimiento, a la utilización de contextos significativos y a la atención de la diversidad competencial y cultural del alumnado, integrando el aprendizaje científico con el desarrollo de valores fundamentales.
Actualmente soy la investigadora principal de un equipo situado en segundo cuartil en el ranking de la Universidad de Jaén, según la evaluación referente al periodo 2016-2018, llevada a cabo por la DEVA.
Por último, soy investigadora y miembro del Comité Director de la red de investigación European Network for Environmental Citizenship , que implica a expertos de 34 países en el desarrollo de conocimiento científico para promover una ciudanía ambiental desde distintos ámbitos (educación, ecología,arquitectura,psicología,antropología,ingeniería…).