Cuando la vida no tiene sentido: emociones negativas
Vivimos una época en la que se tiende a patologizar cualquier complicación de la vida cotidiana. Es momento de reivindicar la utilidad del sufrimiento y que este se puede afrontar de una manera más adaptativa.
19 agosto 2024
Las emociones negativas no constituyen propiamente trastornos mentales, sino reacciones de la gente a las vicisitudes de la vida cotidiana
Lo ideal para no patologizar los avatares cotidianos es tener un estilo de afrontamiento activo. Esto supone normalizar el malestar emocional como una respuesta humana, saludable y adaptativa. Si se está pasando por un momento malo, es natural sentirse triste y preocupado. Conviene parar, observar y tomar conciencia de lo que ha surgido. Es aconsejable mantener una actitud serena, ya que seguro que se han pasado por otros momentos difíciles. Mientras se está inmerso en un problema de la vida, se pueden buscar momentos agradables de distracción, cambiar de ritmo, practicar aficiones o intereses y compartir las preocupaciones con otras personas buscando apoyo. El sentido del humor y la espiritualidad ayudan porque dan valor al sufrimiento. Del mismo modo, es conveniente que uno se cuente lo que le pasa de una manera más afectuosa, relajada y amable que le ayude a comprenderse mejor, donde haya más grises que blancos o negros. Mientras se está inmerso en un momento de malestar, ayuda tener perspectiva y esperanza, y dejar pasar el tiempo ya que el cambio es una constante en la vida.
Es importante en este afrontamiento activo, distinguir lo que depende de uno de lo que no depende y responsabilizarse de lo que se pueda cambiar. Si se llega a la conclusión de que se tiene que hacer algún cambio vital, se necesita profundizar en las motivaciones para ello y planificar posibles soluciones. Así se pasa de una etapa más contemplativa –según el modelo transteórico de Prochaska y DiClemente– a una etapa de más determinación, que lleve a cabo un plan de acción y de mantenimiento. Para aquellos avatares de la vida que no tengan solución práctica, el estado final aconsejable sería la aceptación, donde se encuentra el equilibrio entre lo que se ha perdido y lo que uno conserva en ese momento actual.
El sentido del humor y la espiritualidad ayudan porque dan valor al sufrimiento
Recurrir prematuramente a la terapia psicológica o a la medicación ante un problema de la vida puede no ser conveniente. El psiquiatra Alberto Ortiz Lobo habla en su libro del papel de los profesionales ante estas demandas que llegan a las consultas de salud mental. Su punto de vista es que sería aconsejable legitimar esos sentimientos de malestar y ponerlos en valor, ayudar a las personas a reflexionar sobre la utilidad y la necesidad de esos sentimientos, reconocer la auténtica sabiduría de cada persona y su capacidad de adaptación a la situación que está viviendo y hacer una declaración honesta de que, a veces, no se tiene mucho que aportar desde lo técnico o profesional, porque la otra persona está haciendo un proceso de adaptación saludable (aunque sea doloroso) ante una situación vital. Pero es cierto que hay personas sobrepasadas en sus recursos psicológicos para hacer frente a las dificultades cotidianas y que, muy frecuentemente, carecen de una red firme de apoyo familiar y social. Para estos casos, apuntan algunos psicólogos, se podrían proporcionar en una intervención recortada en el tiempo unas técnicas de intervención en crisis para un afrontamiento activo del problema.
Vivimos una época en la que se tiende a patologizar cualquier complicación de la vida cotidiana. Es momento de reivindicar la utilidad del sufrimiento y de que este se puede afrontar de una manera más adaptativa. El individuo contemporáneo tiene dificultades para ser consciente de que la vida cuesta y no siempre es fácil. Se le olvida que puede imponerse ante las dificultades y que hemos sobrevivido millones de años gracias a esta capacidad; además de que superar los problemas por uno mismo aporta nuevas habilidades y mejora el autoconcepto. Tratar de evitar el sufrimiento por querer mantenerse en una felicidad permanente le debilita y también a la sociedad si este comportamiento se generaliza. Atravesar experiencias intensas de dolor sin huir de las dificultades refuerza el carácter y el propio proceso de vivir. Y serviría también para cambiar los parámetros irreales de felicidad que favorecen el eterno bucle narcisista.
Cuando la vida no tiene sentido: causas y soluciones
Los seres humanos vivimos experiencias difíciles que nos hacen entrar en crisis existenciales. Puede tratarse de una ruptura de pareja, vivir demasiado tiempo con dudas o incertidumbre, o no saber cómo enfocar nuestra vida. Cuando la vida no tiene sentido aparente: ¿qué es lo que nos ocurre? ¿De dónde viene el problema?
Sentirse vacío o con falta de propósito puede ser una oportunidad para conocernos, crecer y tomar decisiones. Porque el sentido no es algo que se encuentre o que te llegue, sino que construyes.
En este artículo vamos a profundizar en tu autoconocimiento a través de esos momentos de dudas, vacío y pérdida. Cuando la vida no tiene sentido nos invade el desánimo o la ansiedad. Pero es un estado aparente que nos sirve para aprender. A su vez, vivimos con esta sensación como resultado de nuestro modo de vida actual.
Vamos a encontrar las salidas al problema a través de tu propio aprendizaje personal.
La falta de sentido o propósito vital
Existen muchas situaciones que nos pueden llevar a esta sensación de falta de sentido o propósito vital. Las más habituales son estas:
- Ruptura de pareja: que nos hace plantearnos qué queremos y cómo vamos a continuar con nuestra rutina y decisiones
- Cambios importantes de rutina (en la familia, en el trabajo, vida personal): que nos llevan a dudas e indecisión
- Pasar demasiado tiempo con dudas e inseguridad: de tal forma que se hace un estado habitual donde nos lo preguntamos todo
A veces se trata de una experiencia concreta y en otras se trata de un estado en el que nos hemos acostumbrado a estar. Cuando la vida no tiene sentido parece que vivimos en un limbo… pero no ver ese estado depende del estado emocional previo.
En todos estos casos fluyen las mismas emociones: miedo, inseguridad, desmotivación o anhedonia (cuando perdemos el placer o la capacidad para sentir interés).
Es decir: no se trata de que sintamos que la vida no tiene sentido y por eso llegamos a ese estado emocional, sino que el estado emocional previo nos hace llegar a esas conclusiones.
El ser humano es un animal de hábitos. Si sabemos entender y gestionar lo que sentimos, viviremos con propósito y según decisiones conscientes. Si pasamos mucho tiempo condicionados por la inseguridad y la indecisión, finalmente sentiremos que nada tiene sentido.
Existen cuatro dificultades muy habituales tras esa sensación de que la vida no tiene sentido.
Síntomas de vacío vital (y su explicación)
Cuando nos sentimos vacíos es una consecuencia de vivir demasiado tiempo sin propósito o sin objetivos, de tal forma que perdemos el sentido de lo que hacemos.
También nos puede ocurrir cuando llevamos demasiado tiempo viviendo según un sistema de relaciones donde tu bienestar depende del otro (padres, pareja). Cuando esto ocurre, se genera inseguridad y, con el tiempo, vacío (sentimos que nuestro bienestar no depende de nosotros).
Indecisión y dudas
Vivir con demasiada indecisión o dudas por todo es siempre una consecuencia de miedo, inseguridad e incluso ansiedad. Al estar en un estado ansioso (que es un miedo que se ha generalizado) dudamos de todo y nos planteamos opciones para nunca elegir nada. El motivo es que el miedo nos paraliza mediante este sobre análisis.
Buscar la mejor decisión, el mejor trabajo, el mejor contexto, etc., es también un callejón sin salida. El ser humano vive a través de decisiones, no de sobre análisis.
Desmotivación o desánimo
A su vez, la desmotivación o el desánimo llegan cuando llevamos demasiado tiempo viviendo con ansiedad, ya que es un estado emocional y fisiológico activo y desagradable. Cuando no tomamos decisiones o dependemos del otro o del contexto, terminamos por perder el sentido a lo que hacemos.
Dependencia emocional o afectiva
Como hablamos, cuando tu bienestar depende demasiado de factores externos que no podemos controlar se genera inseguridad, angustia y con el tiempo ansiedad y desánimo. Una autoestima que funciona es la que hace que tu bienestar dependa principalmente de ti, y esto te lleva a una mayor toma de decisiones.
¿Cómo resolvemos todo esto? La clave está en tu propio cambio personal. Vamos a ver las claves más importantes.
Definir tu propósito de vida (darle sentido a lo que vives)
El gran error que cometemos con el propósito de vida, más aún en esta época digital de la sobre información por redes sociales (donde nos condicionan con miles de ideas), es pensar que tenemos que buscarlo o construirlo.
El propósito no es algo que se encuentre ni que se busque, ya que este tipo de ideas hace que lo sientas como algo lejano. No se trata de encontrar un propósito, sino de vivir con propósito (es decir, que tus acciones, decisiones, rutinas, modo de vida, estén adaptadas a tu carácter y enfocadas en cómo quieres vivir, sentirte y relacionarte).
Mejorar tu autoconocimiento (sin identificaciones)
Como habrás podido ver en el vídeo, conocerte con más profundidad es un paso clave para encontrar sentido y propósito. Pero conocerte no es identificarte o creer que eres una persona A, B o C, sino precisamente todo lo contrario: conocer las capas de tu personalidad, no identificarte con lo que crees y superar esos bloqueos.
Para encontrar sentido necesitamos decidir, conocernos y pasar a la acción.
Gestión de emociones (para pasar a la acción)
Lo que nos bloquea, como vimos, son principalmente emociones limitantes, como el miedo y la inseguridad, las cuales nos llevan a la indecisión. Pero estas emociones son positivas y necesarias en un grado justo. Sin embargo, en función de cómo las entiendas y gestionas pueden ser demasiado intensas, frecuentes y duraderas.
¿Cómo gestionar tus emociones de forma funcional? Se trata de descubrir cómo las gestionas ahora y encontrar acciones diferentes para gestionarlas de forma más funcional (siempre mediante tus comportamientos).
Conocer tus valores y hacerlos realidad
Para vivir con más sentido y propósito necesitamos saber con qué valores queremos vivir y decidir. Cuando nos sentimos mal suele ser debido a que nuestro modo de vivir no es coherente con esos valores.
Vivir un proceso de autoconocimiento que funcioneConseguir los cambios que necesitamos para vivir con sentido y propósito implica que ese aprendizaje sea sobre ti. Conocernos no es solo un proceso reflexivo, sino basado en la acción. Todos los aprendizajes de nuestra vida llegaron porque actuamos, nos relacionamos, expresamos y sentimos.
En este sentido, vivir un proceso de autoconocimiento no consiste solo en reflexionar sobre ti o descubrir un tipo de personalidad, sino en trascender esas tendencias. Esto es lo que conseguimos con Conócete en 21 pasos: el proceso de autoconocimiento con el que acompaño a personas que quieren aumentar su autoconocimiento desde hace más de 10 años.
Vamos a ver cuáles son las claves principales.
Claves de un proceso de autoconocimiento
Ante todo son tres claves las que necesitamos para aumentar tu autoconocimiento. Cuando la vida no tiene sentido sentimos desánimo y ante todo una distancia con uno mismo. El autoconocimiento te ayuda a descubrirte con mayor profundidad.
Compañía constante
Lo importante en este caso es contar con compañía constante, no solo con eventuales sesiones. Cuando todo trabajo psicológico se hace con sesiones corremos el riesgo de no contar con apoyo en momentos clave. Por este motivo mi forma de acompañar es constante, cada día, para cualquier necesidad o consulta que tengas.
Trabajar con todas las partes de tu personalidad
El ser humano está condicionado por múltiples factores y debemos trabajarlos todos en su conjunto: autoestima, sistema de creencias y valores, gestión de emociones, comunicación, estilo de relaciones, e incluso tu identidad (quien crees que eres).
Trascender las identificaciones
Como hablamos, no se trata de decidir qué quieres de forma rígida o de encontrar un contexto que se adapte a ti, sino en trascender esos bloqueos e identificaciones, tomar decisiones prácticas y adaptarte ante todo a ti (a tu carácter, valores y necesidades).
Por esta razón conocerte es un viaje constante. Cuando vivimos ese proceso con compañía y hacemos el trabajo necesario, todo cambia y la indecisión queda atrás.
Conocerte y construir tu propósito: un viaje hacia tiSi vives con indecisiones e inseguridad constante y sientes que te falta propósito o sentido, la solución no está en buscar o encontrar, sino en trabajar contigo: lo que crees, cómo gestionas lo que sientes, tu forma de interpretar lo que ocurre, etc.
Si es lo que quieres, visita este artículo de autoconocimiento personal donde profundizamos en cómo consiste ese proceso y cómo puedo acompañarte con Conócete en 21 pasos para mejorar tu situación. Te envío muchos ánimos.
Rubén Camacho Zumaquero
Psicólogo
Voy a dejarte un vídeo donde profundizamos en qué es el auténtico autoconocimiento (que va más allá de identificarte) y en cómo puedes conocerte y superar tus bloqueos habituales. Más abajo iremos con las claves principales para encontrar sentido y más aceptación en tu día a día
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