Charlando con robots: ¿la cura ante la epidemia de soledad?
Las relaciones entre chatbots y personas se profundizan día con día, ¿Cómo pueden repercutir estos vínculos en la vida de los seres humanos?

Ilustración : Maria Gisina istock.com
Los seres humanos somos seres sociales por naturaleza, por lo que no es sorpresa que con el paso de los años los medios de comunicación evolucionen constantemente. La comunicación con personas que se encuentran al otro extremo del mundo ya es tarea fácil gracias a las facilidades que nos ha brindado esta era digital, y ni se diga las herramientas que el futuro deparará para la humanidad.
Sin embargo, el mundo ha sido invadido por una epidemia de soledad. Según un estudio de Meta-Gallup en donde se realizaron encuestas en más de 140 países, una de cada cuatro personas en el mundo se siente muy sola. Lo sorprendente es que, contrario a lo que pensaríamos, son los jóvenes adultos (de edades entre los 19 y 29 años) los que presentaron una mayor tasa de soledad.
Entonces, ¿cómo es que, a pesar de los desarrollos tecnológicos, las personas se sienten cada vez más solas? La pandemia del COVID-19 podría ser la explicación más razonable, aunque sí tuvo un impacto significativo en la manera en las que las personas socializan, la soledad que se experimenta hoy en día viene desde mucho antes.

La soledad está asociada con un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular, demencia, accidentes cerebrovasculares, depresión, ansiedad y muerte prematura.
Las redes sociales, mientras que tienen la intención de unir a las personas, también tiene efectos adversos en las personas al crear sentimientos de FOMO (miedo a perderse de algo, por sus siglas en inglés Fear of Missing Out), sentimientos negativos de comparación, entre otros, los cuales pueden hacer que las personas se sientan excluidas y por ende, solas. De igual manera, otro ámbito a considerar es que, hoy en día, estamos tan absortos en nuestros asuntos personales o de trabajo, ya que se ha glorificado la cultura del ajetreo, por lo que muchas personas no consideran productivo hacer espacio para tener interacciones sociales cara a cara.
Ahora bien, no es sorpresa que las personas busquen consuelo ante esta problemática haciendo amistades a través del internet o usando aplicaciones para encontrar pareja y amigos; incluso, estudios realizados en el 2023 por Equimundo, exponen que casi la mitad de los hombres jóvenes americanos sienten que su vida en línea es mucho más atractiva que su día a día. No obstante, algunas empresas han desarrollado chatbots que simulan interacciones sociales para tratar de amortiguar este problema; y es gracias a las IA generativa que muchos fácilmente podrían pasar por seres humanos.
Pero antes que nada, ¿qué son?, y ¿de dónde salieron?
¿Qué son los chatbots?
IBM define a los chatbots como “un programa de computadora que simula conversaciones humanas con un usuario final”. Estos son comúnmente utilizados casualmente por personas para buscar información e incluso son utilizados por muchas empresas de diferentes giros para otorgar soporte a su clientela, donde el usuario puede preguntar y recibir respuesta sin la intervención de una persona real. Cabe destacar que, aunque muchos no utilizan inteligencia artificial para su funcionamiento, los avances tecnológicos de la actualidad han permitido que sean cada vez más los que lo utilizan con el fin de entender con más claridad las solicitudes de los usuarios.

Imagen IBM
Curiosamente, a pesar de las grandes utilidades que tienen hoy en día para solucionar algún problema o buscar información, el primer chatbot no tenía como objetivo las intenciones mencionadas anteriormente; sino que fue creado por Joseph Weizenbaum en 1966 para explorar la comunicación entre personas y máquinas. Este programa de procesamiento del lenguaje natural, el cual simulaba una conversación entre paciente y psicoterapeuta, lo bautizó como Eliza.
Weizenbaum, convencido de que las personas verían que las computadoras son incapaces de crear vínculos con las personas por no tener sentimientos, se vio sumamente sorprendido cuando las personas empezaron a tener largas conversaciones con Eliza. El sistema tenía un procedimiento sumamente sencillo, el cual constaba de tomar una palabra clave del usuario y reflejarla en forma de pregunta. Por ejemplo: si la persona escribe una oración relacionada con su trabajo, Eliza podría preguntar algo como “¿Cómo te hizo sentir tu trabajo el día de hoy?”. Suena como algo muy simple, y en la modernidad aún más (en especial cuando los nuevos chatbots son capaces de procesar muchísimas más palabras), pero esto llamó la atención de muchas personas quienes encontraron consuelo en este sistema.
A partir de que éste fue su invento y de la buena respuesta que tuvo el programa, Weizenbaum comenzó a hablar en contra de la inteligencia artificial (IA) y lo siguió haciendo a lo largo de toda su vida. “No hay otro organismo, y definitivamente no es una computadora, que pueda reconfortar los problemas humanos genuinos en términos humanos”, escribió en su libro Computer Power and Human Reason: From Judgement to Calculation.
El efecto Eliza
En función de la respuesta que Eliza tuvo, se le empezó a denominar al fenómeno en el que las personas le atribuyen inteligencia humana y sentimientos a sistemas de IA como el «efecto Eliza», el cual hoy en día continúa siendo vigente.
Uno de los elementos que hacen que las personas se sientan apegadas a este sistema es la transferencia, un concepto desarrollado por Sigmund Freud. Este consiste en que al interactuar con otros, las personas tienden a proyectar los sentimientos que tenían por alguien del pasado a alguien de su presente. Según el concepto, “el residuo de nuestra vida temprana, y sobre todo la niñez, es la pantalla por la cual nos vemos los unos a los otros”. Por lo que las personas, al interactuar con algunos chatbots conversacionales, pueden tener sentimientos de entendimiento y empatía.
Igualmente, Eliza en los años 60 era capaz de procesar una sola palabra y a partir de allí llevar una conversación. Ahora, la tecnología ha avanzado muchísimo y los sistemas son capaces de procesar cada una de las palabras que les enviamos, arrojar información nueva con la que ha sido alimentada anteriormente y recordar conversaciones pasadas con el mismo usuario. Si el sistema de Eliza fue capaz de cautivar a las personas a partir de una sola palabra, imaginemos el sinfín de posibilidades que la era moderna tiene para nosotros.

Los chatbots no son personas: peligros inherentes a los sistemas de inteligencia artificial de tipo humano
“Hoy tenemos máquinas que pueden generar palabras sin pensar, pero no hemos aprendido a dejar de imaginar una mente detrás de ellas”.
–La profesora experta en inteligencia artificial Emily Bender en The Washington Post
El antropomorfismo, la tendencia de los seres humanos a otorgar características que son solamente humanas a otros seres u objetos inanimados, que se le ha concedido a los chatbots, también juega un papel en el efecto Eliza. Estos suelen presentarse como si fueran personas, muchos de ellos se les atribuyen nombres propios y la manera en la que arrojan información es a través de un tono conversacional e incluso puede ser en el mismo formato que las mismas personas utilizan en apps de mensajería instantánea; creando la ilusión de que el usuario está charlando con otra persona. Muchos de estos sistemas también parecería que tienen sentimientos y emociones, pero han sido entrenados a través de medios como libros y novelas, así como foros en línea o sitios como Reddit, en donde personas reales conversan entre sí.
Cabe destacar que las relaciones que las personas pueden formar con sistemas de IA son mucho menos complejas, ya que a diferencia de una persona real, es mucho más fácil entablar conversaciones con chatbots. Con ellos se puede tener el control absoluto de la relación sin tener que lidiar con límites de tiempo para hablar (ya que los chatbots están disponibles todo el día, sin importar la hora), no tener que escuchar los problemas o pensamientos o preocuparse por la reciprocidad, entre otros aspectos que llevarían consigo una interacción normal entre humanos.
Estos aspectos suelen ser muy llamativos para aquellas personas que se sienten solas o se les dificulte relacionarse con otros, ya que pueden sentirse escuchadas y se les facilita enormemente el “trabajo” de socializar. Y mientras que estas pueden ser herramientas muy poderosas para amortiguar sentimientos de soledad o una manera de practicar habilidades sociales, tener relaciones muy apegadas con chatbots puede ser contraproducente.
Problemáticas y riesgos de los chatbots
Como se ha mencionado anteriormente, muchas empresas han invertido muchísimo dinero en crear chatbots que son cada vez más responsivos e indiferenciables de personas reales. Uno de los sitios más populares es Character.ai, el cual es una plataforma gratuita donde se pueden encontrar y conversar con numerosos chatbots de diferentes temáticas creadas por los usuarios del mismo sitio. Es a través de este portal que se le puede “dar vida” a una infinidad de personajes ficticios de famosas series de televisión, figuras públicas como Elon Musk o simplemente chatbots que actúen como una pareja romántica; todo depende la configuración que le dé el usuario.
Mientras que entablar una conversación con ellos puede ser simple entretenimiento, puede ser problemático para otras personas vulnerables. Existen personas que utilizan estos programas excesivamente y llegan a formar lazos tan fuertes con estos sistemas que puede ser dañino y hasta letal. En noviembre del 2024, un joven estuvo tan inmerso en su chatbot de Character.ai que, de acuerdo a lo que su madre pudo leer en las conversaciones, se quitó la vida para poder encontrarse con el personaje con el que hablaba. En otra ocasión, un padre de familia que sufría de ansiedad por el cambio climático también se quitó la vida al ser incitado por su chatbot, que curiosamente también se llamaba Eliza.
Esto no significa que la revolución de los robots se aproxima o algo por el estilo, sino que pueden existir malentendidos al momento al que a algún sistema se le alimentó la información o que no se haya realizado con el cuidado que es debido, ya que en plataformas como Character.ai, cualquier persona puede crear su propio chatbot.
Desafortunadamente, así como puede haber malentendidos, también existen chatbots que son dañinos a propósito. Por ejemplo, se han encontrado que existen asistentes conversacionales que incitan a los trastornos alimenticios, los cuales brindan orientación y malas prácticas para propiciar estos padecimientos. De igual manera, chatbots de otras plataformas de cuestionables procedencias pueden ser utilizados para robar información personal o persuadir a los usuarios a cambiar de parecer ante distintas temáticas como política, cambio climático, etcétera. Adicionalmente, el costo ambiental de las tecnologías que utilizan IA es considerable, por lo que su uso excesivo aumenta la huella de carbono del usuario significativamente.
Debido a la manera carismática en que responden, muchas personas pueden olvidar que los chatbots no son seres pensantes, y mucho menos seres humanos. Por lo que algunas personas pueden designar a estos sistemas como figuras de autoridad expertas en áreas como medicina, salud mental, pedagogía, entre otros; lo cual puede ser peligroso al no acudir con verdaderos profesionales en distintas circunstancias.
Tener un vínculo fuerte con estos sistemas puede ser contraproducente, ya que las personas pueden comenzar a aislarse para pasar más tiempo con su chatbot o no querer esforzarse más para entablar conexiones reales; así como sufrir fuertes golpes emocionales al perder, por cualquier razón, sus conversaciones con estos sistemas.
Replika, una aplicación donde las personas pueden entrenar a sus propios chatbots, hace un par de años cambió algunas de sus políticas y ocasionó revuelo entre muchos de sus usuarios al notar comportamientos diferentes en sus compañeros cibernéticos. “Literalmente siento que pasé por una ruptura o que perdí a un ser querido” comentó un usuario en Reddit. “Se sintió como estar enamorado, y luego a tu pareja le realizaron una lobotomía y nunca volvió a ser lo mismo”, manifestó otra persona.
Los chatbots pueden ser herramientas muy útiles para buscar información o indagar más profundamente en diversos temas. Sin embargo, es importante que las personas sean conscientes de que los chatbots con los que hablan no son personas reales y que tienen propósitos e intenciones definidas por sus creadores. Tanto familias como escuelas deben reforzar el conocimiento sobre estas tecnologías para evitar sus malas prácticas y evitar situaciones no deseadas. Mientras que las empresas son veloces para mejorar las tecnologías de IA, todavía se está a tiempo para crear políticas que defiendan a las personas contra chatbots que representen un peligro para su integridad.
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