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Estimado Sr. Consejero:
El pasado 18 de mayo, el Consejo de Gobierno de la Junta de Andalucía acordó instar al Consejero de Hacienda, Industria y Energía a iniciar las actuaciones necesarias para la dotación de un Fondo de Emergencia Social y Económica contra la COVID-19 (FESE) por valor de 700 millones de euros. En dicho acuerdo se decidió que las Universidades públicas andaluzas aportarán a este Fondo 135 millones de euros procedentes de su presupuesto nominativo destinado a la cobertura de gastos corrientes. Para hacer frente a este ajuste financiero se ha autorizado a las Universidades a recurrir a sus remanentes de tesorería no afectados y se han acordado otras medidas complementarias: pago de la deuda contraída por la Junta con las Universidades desde el año 2015 y autorización de inversiones con cargo al resto de sus remanentes por valor de 125 millones de euros.
En este sentido, los rectores y rectoras de las Universidades públicas andaluzas, desde la más absoluta lealtad institucional, queremos hacerle llegar las siguientes consideraciones:
- Ante todo, queremos expresar una vez más la actitud solidaria de las universidades públicas andaluzas, repetidas veces ya demostrada, con las difíciles circunstancias que atraviesa nuestro país en el orden sanitario, social y económico y su buena disposición a contribuir, de manera proporcionada y justa, a cuantas acciones correspondan para favorecer la recuperación económica y la atención a los grupos más desfavorecidos.
- Que los remanentes de tesorería no afectados de los que disponen algunas universidades corresponden a cantidades presupuestadas en ejercicios económicos anteriores al actual, que, por diversos motivos, no pudieron ser ejecutadas en el año correspondiente y que, de acuerdo con lo establecido en la Ley Orgánica 2/2012, de 27 de abril, de Estabilidad Presupuestaria y Sostenibilidad Financiera, no pueden ser gastados en años sucesivos sin la autorización de la Consejería con responsabilidades en Hacienda, dado que contablemente el uso de estos remanentes genera déficit en la liquidación de cuentas de las universidades, déficit que consolida con el propio de la Junta de Andalucía, razón por la cual tienen que ser autorizados anualmente.
- Que estos remanentes de tesorería conforman una parte sustancial de la posición financiera de las universidades públicas andaluzas para afrontar las inversiones estratégicas aprobadas por los órganos de gobierno de las universidades, por lo que, de forma reiterada y durante los últimos años, se ha solicitado poder utilizarlos, de forma progresiva, para la mejora del servicio público que prestan, sobre todo en ausencia de un plan plurianual de inversiones de la Junta de Andalucía.
- Que, reiterando de nuevo la disposición de las Universidades públicas andaluzas a contribuir a la constitución del FESE, no compartimos la forma y medida en que se ha hecho, por los siguientes motivos:
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- El ajuste propuesto no solo comporta una reducción patrimonial neta para las Universidades públicas andaluzas, sino que genera incertidumbre sobre el futuro al tener que afrontar el mismo, si se aplica la solución propuesta, con un fondo de contingencia que se verá reducido de manera considerable.
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- En términos plurianuales, el uso de remanentes de tesorería no afectados para hacer frente a gastos corrientes supone una reducción de la financiación del conjunto del Sistema Universitario Público Andaluz, algo que ya ocurrió en el año 2019. Así, por tanto, siendo cierto que la capacidad de ejecución del presupuesto de las universidades para este ejercicio económico 2020 no se resiente, la capacidad financiera de las universidades en términos plurianuales se reduce en la cantidad de 135 M€.
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- Los remanentes de tesorería suponen una salvaguarda para la estabilidad de las universidades frente a contingencias. La reducción en un solo año del 31.8% de estos remanentes para su uso en gastos corrientes (que es lo que representan los 135 M€ respecto al total de remanentes del sistema a finales de 2019) supondrá una merma importante en el patrimonio de las Universidades públicas andaluzas y, por tanto, en su capacidad de respuesta ante nuevas eventualidades, especialmente en un contexto económico de especial dificultad como el que se prevé para el ejercicio económico de 2021.
- Que, frente a la propuesta acordada por la Junta de Andalucía, entendemos que se deben explorar otras posibles soluciones, que, teniendo un resultado equivalente en la aportación de las Universidades públicas andaluzas al FESE, no debilite la posición financiera de las mismas para futuros ejercicios económicos. Entendemos que una de estas posibles soluciones podría consistir en mantener el aplazamiento del pago de la deuda, de manera que esos 126,9M€ sean los que se destinen al FESE, autorizando en paralelo el uso de solo 135M€ de remanentes para su uso en inversiones, lo que además tendría igualmente el efecto de ayudar a reactivar la economía andaluza después de los efectos muy negativos de esta crisis de la COVID-19.
- Que deben aclararse de manera precisa los mecanismos y los plazos que permitan la ejecución de los fondos autorizados para infraestructuras. Los procedimientos administrativos de este tipo de inversiones son largos y complejos, y es muy difícil, a estas alturas del año, comprometer estos 126 millones a la fecha propuesta de 31 de diciembre de 2020.
- Que, habiendo quedado exceptuadas de esta reducción presupuestaria las universidades que no poseen remanentes suficientes ni deuda pendiente de cobro y, por lo tanto, habiendo quedado también exceptuadas de participar en un plan paralelo de inversiones, deben articularse mecanismos compensatorios que permitan evitar la pérdida de la convergencia a la que esta situación nos puede llevar y a la que, por mandato legal, se debe tender. Es de temer, en este sentido, que una mayor diferencia en el desarrollo entre las universidades andaluzas pueda comprometer la viabilidad de algunas de ellas.
El futuro de Andalucía necesita unas universidades viables, con un modelo de financiación estable y sostenible. No podemos seguir sujetos a vaivenes que pongan en peligro el desarrollo de la universidad y, con él, el de la sociedad andaluza. El Sistema Público de Universidades Andaluzas es una de las principales garantías de futuro de nuestra tierra. A través de una larga Historia, que nos enorgullece, ha aportado miles de egresados y profesionales, ha generado conocimiento gracias a un personal científico de excelencia y ha transferido conocimiento y tecnología al tejido productivo y al conjunto de la sociedad. En los últimos meses, como consecuencia de la COVID-19, nuestra comunidad universitaria ha demostrado su valía en todos los sentidos. Para que este ecosistema de I+D+i y de creación de valor pueda seguir desarrollándose, las universidades necesitan ahora más que nunca una apuesta institucional y económica firme, responsable y coherente, acorde a los tiempos que nos ha tocado vivir y con la altura de miras que exige un nuevo modelo de desarrollo para Andalucía.
Por todas estas razones, los rectores y rectoras de las universidades públicas andaluzas solicitan al Consejo de Gobierno de la Junta de Andalucía la revisión de estas medidas, de forma negociada con las universidades, buscando un consenso que permita a las universidades demostrar su corresponsabilidad con la situación actual, pero sin poner en riesgo el desarrollo digno de sus funciones y su estabilidad futura.
Rectores y Rectoras de las Universidades Públicas de Andalucía
China logra aumentar la seguridad y la distancia en la comunicación de una clave secreta de forma cuántica
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Fuente: Fundación para el conocimiento Madri+d / Agencia Efe Futuro
Los científicos han empleado fotones para poner en marcha esta comunicación cuántica que permite distribuir de forma segura la clave secreta para poder intercambiar mensajes cifrados
Investigadores chinos han usado la comunicación cuántica para intercambiar una “clave secreta” destinada a descifrar mensajes, que se ha enviado desde un satélite a dos puntos en la Tierra separados por 1.120 kilómetros, lo que supone pulverizar la distancia máxima lograda hasta ahora.
El estudio, que publica este lunes Nature y firman investigadores del Laboratorio Nacional Hefei de Ciencia Física de China, establece un método que no solo aumenta diez veces la transmisión terrestre, sino que “aumenta la seguridad práctica del sistema de distribución de claves cuánticas a un nivel si precedentes”, dicen los autores.
La transmisión de esa clave secreta se ha realizado desde el satélite Micius hasta dos observatorios en Tierra, los de Delingha y Nanshan, en China.
Entrelazamiento cuántico
Para ello, han usado la distribución de claves basadas en el entrelazamiento cuántico, una característica del mundo cuántico -el de las partículas subatómicas- que tiene peculiaridades que no pueden observarse fuera de él, pero que influye en nuestro mundo.
El entrelazamiento cuántico supone que dos partículas están entrelazadas, incluso a millones de kilómetros de distancia, y lo que le sucede a una le pasa también a la otra de forma automática, o dicho de otra manera, ambas pueden “comunicarse” sin que haya un canal de transmisión entre las dos.
Los intentos anteriores de distribuir de forma directa estas claves cuánticas entre dos usuarios en la Tierra y en condiciones reales fuera del laboratorio han alcanzado distancias de solo cien kilómetros, frente a los 1.120 del actual experimento.
Empleo de fotones
Los científicos han empleado fotones para poner en marcha esta comunicación cuántica que permite distribuir de forma segura la clave secreta para poder intercambiar mensajes cifrados.
Hasta ahora, no se había logrado superar los cien kilómetros de transmisión debido a las “pérdidas de fotones” que aumentan rápidamente con la distancia.
El uso de “repetidores” permite aumentar la distancia de transmisión y evitar así la pérdida de fotones, pero por el contrario introduce riesgos de seguridad.
Gracias a este satélite se puede establecer un enlace seguro entre las dos estaciones terrestres a través del uso de fotones entrelazados.
El satélite transmite los fotones cuando pasa por encima de las dos estaciones diseñadas para recibir estas señales cuánticas y separadas por 1.120 kilómetros.
Aunque la distribución de entrelazamientos cuánticos por satélite ya se había conseguido anteriormente, los autores “han aumentado su eficiencia de transmisión y han reducido las tasas de error lo suficiente” como para utilizarlos para transmitir claves cuánticas, indica Nature.
Además, los autores destacan que “el sistema produce un canal seguro que es resistente a los ataques, resultados que abren un camino hacia las redes cuánticas globales basadas en el entrelazamiento”.
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La ULPGC participa en un proyecto europeo liderado por el centro alemán GEOMAR sobre el papel del océano en la protección del clima
- Participan en el proyecto científicos de 14 instituciones en seis países de la Unión Europea
- Se harán trabajos de investigación en Gran Canaria (España) con mesocosmos marinos
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La ULPGC participa en un proyecto de la Unión Europea liderado por el centro GEOMAR que se pone en marcha el 1 de julio en el que se va a realizar un estudio de cómo el océano puede colaborar en la protección del clima. Este proyecto está coordinado por el Dr. David Keller de GEOMAR y por parte de la ULPGC participa el investigador Javier Arístegui, del Instituto de Oceanografía y Cambio Global.
En 2015, la comunidad internacional acordó en París limitar el calentamiento global a dos grados o menos para 2100. En 2018, el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) publicó un informe especial que muestra claras ventajas en limitar el calentamiento global a solo 1.5 grados: menos pérdida de biodiversidad, menos eventos climáticos extremos, menos aumento del nivel del mar, por nombrar solo algunos ejemplos. Los cálculos del modelo utilizados por el IPCC también muestran que este objetivo de 1.5 grados todavía se puede lograr. Sin embargo, para alcanzar este objetivo, casi todas las simulaciones de modelos requieren emisiones negativas. “Esto significa que, además de las reducciones de emisiones que se necesitan con urgencia, también son necesarias tecnologías que incluyan soluciones basadas en la naturaleza que eliminen el dióxido de carbono de la atmósfera”, dice el Dr. David Keller, investigador climático del Centro GEOMAR Helmholtz para la Investigación del Océano en Kiel.
A partir del 1 de julio, científicos de 14 instituciones en seis países examinarán las oportunidades y los riesgos de las tecnologías aplicadas en el océano para reducir tales emisiones. La UE está financiando este proyecto, denominado OceanNETs, dentro del programa Horizonte 2020 con un total de 7,2 millones de euros. Para ello, se van a realizar trabajos de investigación en los laboratorios GEOMAR y con los mesocosmos marinos Kiel KOSMOS en Gran Canaria (España) y Bergen (Noruega) para evaluar las respuestas de organismos marinos y ecosistemas a la llamada alcalinización oceánica.
Dichas tecnologías de emisiones negativas (NET) ya se han investigado durante varios años con respecto al potencial, los riesgos y los efectos secundarios. “Sin embargo, hasta ahora, el enfoque se ha centrado principalmente en los métodos terrestres”, dice el Dr. Keller. “El conocimiento sobre las redes basadas en el océano sigue siendo limitado, aunque el océano tiene una capacidad mucho mayor para la absorción y almacenamiento de carbono, simplemente debido a su superficie y volumen “.
El proyecto tiene como objetivo descubrir si las NET basadas en el océano pueden desempeñar un papel esencial y sostenible en el logro de la neutralidad climática en el sentido de la Convención Climática de París. La atención se centra no solo en la evaluación científica de estas tecnologías, sino también en su impacto en la política, la economía y la sociedad y en cómo estos sectores determinan nuestra capacidad para desplegar redes.
“Cumplir los objetivos de protección climática acordados en París es un desafío importante que requiere el uso de nuevas tecnologías y soluciones basadas en la naturaleza. Pero primero necesitamos formas confiables de evaluar los beneficios y riesgos de estos enfoques. OceanNETs hará una contribución importante a esto “, resume el Dr. Keller y agrega:” La peor de todas las opciones, sin embargo, sería no hacer nada en absoluto. Porque entonces ponemos en peligro la existencia de futuras generaciones y sistemas naturales”.
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Fuente OMS
La comunidad global está compitiendo para reducir la velocidad y, finalmente, detener la propagación de COVID-19, una pandemia que se ha cobrado miles de vidas y ha enfermado a decenas de miles de personas más. En África, el virus se ha extendido a docenas de países en semanas. Los gobiernos y las autoridades sanitarias de todo el continente se esfuerzan por limitar las infecciones generalizadas.
Desde el comienzo del brote, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha estado apoyando a los gobiernos africanos en la detección temprana al proporcionar miles de kits de prueba COVID-19 a los países, capacitar a docenas de trabajadores de la salud y fortalecer la vigilancia en las comunidades. 44 países de la región africana de la OMS ahora pueden realizar la prueba de COVID-19. Al comienzo del brote, solo dos podían hacerlo.
La OMS ha publicado orientaciones para los países, que se actualiza periódicamente para tener en cuenta la evolución de la situación. Las directrices incluyen medidas como la cuarentena, las repatriaciones de ciudadanos y la preparación en los lugares de trabajo. La Organización también está trabajando con una red de expertos para coordinar los esfuerzos regionales de vigilancia, epidemiología, modelado, diagnóstico, atención y tratamiento clínicos, y otras formas de identificar, controlar la enfermedad y limitar la transmisión generalizada.
La OMS está brindando asistencia remota a los países afectados en el uso de herramientas de datos electrónicos, para que las autoridades nacionales de salud puedan comprender mejor el brote en sus países. La preparación y respuesta a epidemias previas está proporcionando una base sólida para que muchos países africanos aborden la propagación de COVID-19.
Es importante destacar que las medidas preventivas básicas de individuos y comunidades siguen siendo la herramienta más poderosa para prevenir la propagación de COVID-19. La OMS está ayudando a las autoridades locales a elaborar mensajes de radio y anuncios de televisión para informar al público sobre los riesgos de COVID-19 y las medidas que deben tomarse. La Organización también está ayudando a contrarrestar la desinformación y está guiando a los países a establecer centros de llamadas para garantizar que el público esté informado.
Un proyecto del CSIC busca desentrañar las proteínas más desconocidas del coronavirus
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Un proyecto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) busca desentrañar las proteínas más desconocidas del coronavirus SARS-CoV-2, causante de la Covid-19. Son las denominadas proteínas desordenadas, que son más versátiles que las proteínas comunes y pueden interactuar con muchas de ellas. Por ello tienen una mayor influencia en las redes reguladoras que determinan la actividad de las células. Mediante estas proteínas desordenadas, el virus tiene mayor capacidad de alterar las redes internas de las células que infecta. Conocer este tipo de proteínas puede servir para identificar nuevas formas de atacar al coronavirus para bloquear la infección.
Como estas proteínas desordenadas no son “visibles” por las técnicas habituales (cristalografía de rayos X o microscopía crioelectrónica), un equipo del Instituto de Química Física Rocasolano (IQFR-CSIC) utilizará la espectroscopía de resonancia magnética nuclear (RMN). El estudio se realizará en el Laboratorio Manuel Rico, que forma parte de la Infraestructura Científica Técnica Singular para RMN Biomolecular. El proyecto está financiado por el ISCIII y el Ministerio de Ciencia e Innovación.
“Normalmente, las proteínas comunes adoptan una estructura rígida y bien definida que es esencial para su función biológica”, explica el investigador del CSIC Douglas V. Laurents, del IQFR-CSIC, que dirige el proyecto junto a su colega del mismo centro Miguel Mompeán. “Por ejemplo, una enzima es una proteína que tiene un “sitio activo” exquisitamente ordenado para catalizar reacciones bioquímicas. Es esta estructura tridimensional, este ordenamiento espacial de sus átomos, lo que permite que una enzima concreta lleve a cabo una reacción bioquímica y no otra. Los anticuerpos son también proteínas con estructuras bien definidas, en cuya superficie se produce el reconocimiento específico de los antígenos presentes en bacterias o virus. Esta visión de proteínas bien estructuradas asociadas con funciones concretas (“una estructura, una función”) dominó el campo hasta el cambio de siglo XX/XXI”, añade Mompeán.
El investigador explica que, en los últimos veinte años, sin embargo, ha quedado claro que existe otra clase importante de proteínas que están intrínsecamente desordenadas, que carecen de una estructura bien definida. Esta falta de estructura les otorga una mayor versatilidad, superando el problema de “una estructura, una función” y permitiendo la interacción con múltiples proteínas. Esto las convierte en elementos esenciales de las redes reguladoras en eucariotas (como las células humanas).
“Como metáfora, uno puede pensar en proteínas comunes, que son bien estructuradas, como tanques, submarinos y cazas de la Segunda Guerra Mundial: cada uno tiene una forma dura especialmente adecuada para su función concreta en un ámbito concreto (tierra, mar o aire)”, detalla Laurents.
“En cambio, las proteínas desordenadas actúan como el software que controla una fábrica informatizada, como un único elemento capaz de realizar múltiples funciones. Debido a esta versatilidad, no es sorprendente que los virus eucariotas también tengan proteínas intrínsecamente desordenadas, de las que se sirven para promover su replicación o hackear las redes regulatorias o defensas de la célula huésped”, añade.
El coronavirus SARS-CoV-2 está constituido por alrededor de unas 30 proteínas, la mayoría de las cuales son proteínas con una estructura (y, por tanto, función) bien definida, que ya han sido determinadas prácticamente en su totalidad por cristalografía de rayos X o microscopía crioelectrónica. Sin embargo, las proteínas desordenadas restantes no pueden estudiarse por estos métodos, lo que supone un impedimento para la caracterización completa del SARS-CoV-2 y un importante vacío de conocimiento, dado que el número limitado de proteínas que componen el virus sugiere que todas pueden representar importantes dianas terapéuticas.
Afortunadamente, la espectroscopia de resonancia magnética nuclear (RMN) permite la caracterización de este tipo de proteínas. Mediante potentes imanes y pulsos de radio podemos mirar a los núcleos atómicos que conforman las proteínas. Esta mirada penetrante permite extraer información sobre la conformación y dinámica de las proteínas.
“El objetivo no es únicamente aumentar nuestra comprensión de cómo funciona el virus, sino también usar el conocimiento generado para guiar el desarrollo de moléculas que actuarán como “parches de software” para impedir que las proteínas víricas desordenadas interactúen con las nuestras”, concluyen Laurents y Mompeán.
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