Un estudio de la UPC demuestra que la polución se redujo un 50 % en Barcelona y un 62 % en Madrid, durante el confinamiento
La reducción de las concentraciones de dióxido de nitrógeno (NO2) en Barcelona y Madrid, las dos mayores ciudades españolas, durante los meses de confinamiento debido a la COVID-19 fueron del 50% y el 62%, respectivamente. El confinamiento ha permitido un experimento único para analizar el impacto de la reducción del tráfico en la calidad del aire de estas dos ciudades, según un estudio elaborado por el investigador de la UPC José María Baldasano y publicado en la revista ‘ Science of the Total Environment’. la polución se redujo un 50 % en Barcelona y un 62 % en Madrid
El confinamiento total de la población durante los meses de marzo y abril en España para reducir los niveles de transmisión de la COVID-19 ha permitido realizar el experimento a mayor escala de la historia en términos de la calidad del aire en las ciudades. Aprovechando las condiciones extraordinarias impuestas por la pandemia, el catedrático de la Universitat Politècnica de Catalunya • BarcelonaTech (UPC) José María Baldasano, profesor de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Industrial de Barcelona (ETSEIB), ha analizado los niveles de contaminación atmosférica de Madrid y Barcelona, las dos ciudades más grandes y contaminadas de España, y el impacto que ha tenido la disminución drástica del tráfico rodado, que decayó entre un 75% y un 80% en este periodo.
En concreto, Baldasano se ha centrado en estudiar el dióxido de nitrógeno (NO2), el principal gas contaminante en las ciudades, provocado mayoritariamente por el tráfico rodado y cuyos niveles eran registrados cada hora por una red de estaciones de medida de la polución en las dos ciudades. Así, se ha visto que el NO2 cayó en Madrid y Barcelona en un 62% y un 50%, respectivamente.
Según el experto, las conclusiones del estudio COVID-19 lockdown effects on air quality by NO2 in the cities of Barcelona and Madrid (Spain), publicado en la revista científica de referencia Science of the Total Environment, permiten ver los límites que se pueden lograr implementando zonas de bajas emisiones (ZBE), así como la cantidad de contaminación que se tiene que eliminar, que en los casos de Madrid y Barcelona representa el 55%. Este valor define los niveles del esfuerzo y el alcance de las acciones a llevar a cabo para garantizar que ambas ciudades alcancen un ambiente limpio y saludable en términos de NO2.
“El confinamiento representa en el ámbito mundial y, particularmente, europeo, el mayor experimento involuntario que se hace sobre la calidad del aire en las ciudades. Esta situación nos permite ver cuál será el esfuerzo real de reducción de las emisiones de contaminación en nuestras ciudades, que tienen problemas para cumplir los valores límite de calidad del aire marcados por la Unión Europea y la Organización Mundial de la Salud “, señala Baldasano.
En la capital catalana el 48% de la población está expuesta de manera habitual a unos valores de gases contaminantes superiores a los recomendados y, según un informe de la Agencia de Salud Pública de Barcelona, sólo en 2018 la contaminación atmosférica provocó en la ciudad condal 351 muertes prematuras. El dióxido de nitrógeno (NO2) es el principal gas contaminante, generado sobre todo por el tráfico, y puede irritar los pulmones, y disminuir la función y la resistencia a infecciones respiratorias. No en vano se ha visto que las regiones con niveles más elevados de contaminación durante la pandemia son las que registraban mayor incidencia de mortalidad debido al coronavirus.
El estudio llevado a cabo por Baldasano ha tenido en cuenta que durante el mes de marzo se dieron dos situaciones únicas que tuvieron impacto sobre la contaminación atmosférica. Por un lado, diferentes condiciones meteorológicas (tiempo ventoso la primera semana que favoreció la limpieza de la atmósfera; condiciones climáticas la segunda semana que propiciaron la acumulación de contaminantes; y tiempo moderado, lluvioso e inestable durante la segunda quincena de marzo). Y, por otro lado, la reducción extrema de emisiones causadas por el tráfico debido a las medidas de confinamiento y, por tanto, la limpieza de la atmósfera.
Según considera el experto, ello permite evaluar los esfuerzos actuales de mejora de los ayuntamientos de Barcelona y Madrid, donde el tráfico contribuye con un 55% en la concentración de NO2, y el esfuerzo real necesario que el confinamiento por la COVID-19 ha puesto de manifiesto.
Según el científico, los planes de zonas de bajas emisiones previstos son muy tímidos. Por ejemplo, la implementación del Plan de Calidad del Aire y Cambio Climático para la ciudad de Madrid, aprobada en 2017 por el consistorio municipal, implicó en 2019 una reducción de 4 mg / m3 a la media anual de NO2 de toda la ciudad y de 10 mg / m3 para esta área específica en comparación con los promedios anuales de los últimos 9 años.
En el caso de Barcelona, se prevé que la implementación de la ZBE reduzca la concentración de NO2 en un 11%, lo que implica una reducción de los niveles de NO2 de entre 3,1 y 7,7 µg/m3 (microgramos por m3) en función del área de la ciudad. “Pero necesitamos disminuir 24 µg/m3. Las medidas que se están tomando son insuficientes si queremos tener aire limpio “, considera Baldasano, para quien los datos obtenidos durante el confinamiento “nos indican claramente que debemos remodelar las ciudades de cara al futuro, sabiendo compaginar espacio público con movilidad y, sobre todo, con la necesidad de que la salud sea un parámetro clave. Actualmente no admitimos que el agua que bebemos esté contaminada. ¿Por qué permitimos, pues, que el aire que respiramos no esté limpio? “.
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