
Robots que coticen a la seguridad social
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Se trata de, que los robots van a asumir cada vez más tareas… Pero la gran pregunta es: si ellos hacen el trabajo, ¿cómo nos aseguramos de que también aporten a la sociedad? Pues hoy vamos a descuajeringar una propuesta fascinante que se basa en dos pilares clave: la confianza técnica y un nuevo contrato social.
Los robots deben de contribuir al sistema que sostiene la seguridad social
El objetivo: integrar la automatización de una forma que sea justa y segura para todos.
Situémonos
Imaginemos un mundo —y no tan lejano, apenas unas décadas— en el que los robots ya no son noticia, sino parte cotidiana de nuestra vida. En las fábricas, claro, pero también en el campo, en las ciudades, en los servicios públicos… Esta es la realidad que nos plantea el material que analizamos hoy.
Y de esa realidad surge una pregunta fundamental.
Si las máquinas se encargan de una parte enorme de la producción,
¿tienen también una especie de responsabilidad social?
¿Deberían, de alguna manera, contribuir al sistema que sostiene a la misma sociedad que las utiliza?
Para intentar dar respuesta a esto, la propuesta se estructura en dos grandes pilares.Primero, veremos cómo se podría construir la confianza técnica.
Después, exploraremos la idea de un nuevo contrato social.
Y, para terminar, dejaremos una pregunta en el aire que da bastante que pensar.La confianza técnica: el cimiento del sistema
Antes de hablar de economía o contribución, necesitamos algo fundamental: una base sólida de seguridad y confianza. Porque, seamos sinceros, sin ella la idea de integrar robots a gran escala en nuestra vida sería sencillamente imposible.
En el centro de esta infraestructura aparece una entidad clave: el CRR (Centro de Regulación y Reparación Robótica).
La mejor forma de entenderlo es pensar en una mezcla entre un hospital de altísima tecnología para máquinas y una ITV súper avanzada.Es básicamente el lugar que garantiza que los robots funcionen como deben y, sobre todo, de forma segura.
El proceso que seguiría un robot en el CRR tiene dos grandes fases.
La primera, diagnóstico y reparación, sería la parte “clínica”: se localiza el problema y se corrige.
Las dos últimas —pruebas y certificación— son la verdadera clave de la confianza social. Ningún robot podría operar legalmente sin pasar por aquí y obtener su sello de aprobación oficial, emitido por una autoridad independiente.En este punto, se imagina al CRR como una institución pública con supervisión internacional, que trabaja junto a las empresas para mantener un registro transparente y verificable del estado de cada robot.
Y, claro, esa aprobación se basa en normas claras y universales: las ISO-R, inspiradas en los estándares técnicos reales.
Por ejemplo:
• R2000, seguridad estructural (como un brazo industrial).
• R21, sostenibilidad (por ejemplo, un dron agrícola eficiente y respetuoso).
• ICR2200, interacción ética y segura con humanos.
• R23000, historial de mantenimiento, como una ficha médica.
Todo debe quedar registrado, accesible y auditable. Así se crea un ecosistema de confianza verificable.El nuevo contrato social: la contribución robótica
Una vez podemos fiarnos de las máquinas, porque hay control y trazabilidad, toca abordar el desafío económico y social que supone su integración masiva.
Aquí entra en juego la idea de la contribución robótica, que el ensayo explora a través de tres modelos:
1. Impuesto al robot- sencillo: robot que trabaja, robot que paga. El riesgo es que puede frenar la innovación.
2. Robot como empleado- más radical: otorgarles un “estatus laboral”. Sin embargo, sería un caos burocrático y filosóficamente confuso.
3. Modelo híbrido o seguro social tecnológico- equilibrio: las empresas pagan una cuota reducida por sus robots al fondo común, alineando sus intereses con los de la sociedad. Ejemplo práctico: una empresa agrícola que utiliza drones certificados bajo la norma R21 contribuiría con una pequeña tasa por cada unidad activa, financiando programas de reciclaje, formación en IA o transición laboral.Y ojo, esto es fundamental dejarlo claro: ninguno de estos modelos implica dar derechos ni personalidad jurídica a las máquinas.

robótica clínica
El debate es económico y social, no moral.
Cuando un robot se queda obsoleto, se retira, se recicla y punto.
La idea es gestionar su impacto, no humanizarlos.El círculo virtuoso: técnica y ética se necesitan
Ya tenemos las dos piezas del puzle:
• la confianza técnica,
• y la contribución social.
Lo interesante es cómo estas piezas se sostienen mutuamente.
La regulación técnica (CRR + normas ISO-R) genera la confianza que la sociedad necesita para aceptar la automatización.
Y, a su vez, los modelos de contribución proporcionan la base económica para que esa integración sea justa y sostenible.
Una pata no se sostiene sin la otra. Es un círculo virtuoso.Cuando este engranaje funciona, los beneficios son evidentes:
• Disminuye el miedo a que la tecnología “robe empleos”.
• La confianza se basa en hechos, no en fe.
• Surgen nuevos empleos cualificados en torno a la certificación, el diseño ético y la reparación.Hacia un gran pacto social para la era automatizada
El objetivo final no es frenar la tecnología, sino guiarla.
Se trata de humanizar el sistema que la rodea, no a las máquinas.
De asegurarnos de que el progreso técnico genere también progreso social.Así se busca un pacto social de triple ganancia:
• El Estado mantiene la cohesión social mediante nuevos ingresos sostenibles.
• Las empresas aumentan su productividad y reducen riesgos legales y técnicos.
• Los trabajadores ganan en seguridad, bienestar y nuevas oportunidades.En definitiva, se trata de diseñar un ecosistema donde la inteligencia artificial y la robótica sirvan al ser humano, no al revés.
Y creo que esta cita lo resume perfectamente:
“La tecnología es una herramienta. El futuro no depende de la herramienta, sino de las decisiones que tomemos como sociedad.”
Si empezamos a introducir agentes no humanos en estructuras sociales pensadas para nosotros —trabajo, cotizaciones, seguridad—, ¿cómo podría eso transformar, poco a poco, nuestra propia idea de lo que significa ser humano, trabajar y convivir en sociedad?
Interesante este pequeño simulacro ¿no?, que nos invita a reflexionar no sólo sobre el papel de las máquinas…
sino sobre quiénes queremos ser nosotros en la era que ellas nos ayudan a construir.Pues atrévete a responder!!!


