En blanco: La perversión del lenguaje
-
Para cualquier proyecto totalitario serio, resulta crucial el transformar la realidad, empezando por cambiar el propio lenguaje, el propio sentido de las palabras, creando un neo lenguaje que para el común de los mortales que tienen cultura, resulta un mero esperpento promovido por una nueva especie de neonatos sin cerebro. Pero lamentablemente, hoy en día, en una sociedad en la que se fomenta una ciudadanía ignorante con encefalograma cultural plano, existe un colectivo aborregado que se traga cualquier soplapollez con tal de que detrás, se considere, se encuentra una corriente de pensamiento progre.Para cualquiera que sepa un poco de gramática española, que haya estudiado primero de básica o de primaria, o de lo que sea, resulta obvio que en el lenguaje existen géneros, masculino, femenino y neutro, adjetivos epicenos que se refiere a individuos de ambos sexos con independencia de su género gramatical, y que no resulta discriminatorio definir a un miembro de un colectivo, sin tener que decir la estupidez de que, si pertenece al sexo femenino, es una miembra. Lo malo, o más bien lo sintomático de esa degeneración y consagración de la memez en estado puro, es que quien diga esas sandeces sea una ministra o un presidente de una comunidad autónoma, recordando la perla del Sr. Griñán, que ante un colectivo de feministas radicales, para quedar bien, les dijo que le gustaba que le dijeran presidenta. Ahora me imagino que le encantará que le llamen imputada.La cuestión es pervertir el lenguaje e intentar hacernos comulgar con ruedas de molino, convenciendo que es machista no hablar o escribir repitiendo como un cretino o cretina, cada expresión o palabra o palabro en masculino y femenino. Pero no, no contentos con esa estupidez que ya se tragan hasta muchos sacerdotes que se dirigen a sus feligreses y feligresas, pues no, y ya que a cualquier tonto o tonta a quien no se pone freno a su osada demostración de ignorancia, termina por dar un paso más en su atrevido asalto a la inteligencia, resulta que ahora hay quien afirma que, para poner término a siglos de una lengua castellana dominada por el patriarcado machista, ahora, lo que hay que hacer es referirse a las personas solo en femenino.Un género, que, al igual que las sectarias radicales y fanáticas que, aunque se avergüenzan de su condición femenina, se erigen en defensoras de todas las mujeres, incluida esa sometida mayoría a las que les gusta convivir con los hombres y retozar con ellos sin considerar que son violadas, sí es gramaticalmente excluyente de lo masculino. La exclusión en el lenguaje, llevaría, pues, a justificar la exclusión del hombre, de la figura paterna, en la realidad social, como de hecho, ya viene sucediendo. Incluso se pretende excluir a los hombres de los consejos de igualdad.Por tanto, una estupidez, pero también un paso más en una estrategia calculada por la ideología de género. Siniestro fanatismo, en conjunción con un amalgama de gilipollas y gilpollos que, no por ser más o menos graciosas sus ocurrencias, no dejan de ser síntoma de la hoja de ruta de una corriente totalitaria que pretende eliminar la propia condición humana para convertirnos en una especie de clones y cyborgs sin capacidad crítica ante la dictadura de pensamiento único que se nos quiere imponer, al igual que hubo quien pretendió convencer que los campos de exterminio eran, en realidad, campos de reprogramación y de liberación a través del trabajo.